Una persona sin amigos corre el riesgo de no llegar jamás a conocerse. Cada amigo es un espejo que nos refracta desde un ángulo distinto, que nos muestra ángulos de nosotros mismos que a veces no logramos detectar.
Cada amigo crea en nosotros una zona de contacto, un campo propicio para el desarrollo de un determinado tipo de amistad. Es por ello que podemos tener dos amigos íntimos que no lleguen jamás a comprenderse ellos entre sí.
Mas sin embrago, perder un amigo significa muchas veces neutralizar un sector de nuestra propia personalidad. Nuestros verdaderos amigos son un invaluable tesoro.
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