martes, 19 de julio de 2011

LA CABALLEROSIDAD.

Las personas educadas no esperan nada a cambio, pues lo hacen por su propia educación, pero cuando alguien tiene un detalle con nosotros es bueno saber agradecerlo (ya bien lo dice el refrán: de bien nacidos es ser agradecidos).
 
A veces un simple gesto nos sirve como muestra de gratitud, pero también puede expresar una desaprobación o rechazo. Hay gestos de amabilidad que no son interpretados por la otra parte como tal.

- Los hombres que ceden el paso a las mujeres lo hacen por educación no por obligación. Hay mujeres que piensan que es una obligación del caballero, y no es así. El hombre no es el portero de un hotel.


- Lo mismo ocurre cuando un caballero, en un restaurante por ejemplo, acerca el asiento a la señora. Es una muestra de cortesía.


- Si vamos en un transporte público, en el Metro en el que vamos a trabajar todos los días, y cedemos el asiento a una señora, de las gracias, y no haga como si fuera una obligación de éste cederle su asiento.

- Un caballero que le cede su turno a una dama en un comercio o se ofrece a ayudarla con los paquetes que está cargando en su automóvil. O bien se ofrece a cambiarle el caucho espichado, lo hace como gesto de caballerosidad.

- El hombre que cede su chaqueta o abrigo a la mujer, un día fresco, también es un detalle para agradecer.
 

Cualquiera de los detalles anteriormente citados, siempre son de agradecer. No hace falta deshacerse en halagos, y muchas veces ni tan siquiera pronunciar una palabra (aunque unas simples gracias, nunca sobra). Bastará una mirada y una sonrisa, para dar por agradecido el detalle.

Si todos hacemos lo mismo, fomentaremos las buenas maneras y costumbres. De lo contrario, algunas personas puede que nunca más tengan un detalle con otras personas al haberse sentido ofendido por esta falta de atención ante las muestras de amabilidad.
 

Lo mismo sirve para cualquier tipo de detalle que una mujer tenga con un caballero. Siempre es de agradecer.

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