LA HUMILDAD DESALOJA LA SOBERBIA
Humildad es la característica que define a una persona modesta, alguien que no se cree mejor o más importante que los demás en ningún aspecto. Es la ausencia de soberbia.
El término deriva del latín humilis, que se traduce no solamente como humildad sino también como bajo o de la tierra y humus, ya que en el pasado se pensaba que las emociones, deseos y depresiones eran causadas por irregularidades en las masas de agua. Debido a que el concepto alberga un sentido intrínseco, se enfatiza en el caso de algunas prácticas éticas y religiosas donde la noción se hace más precisa.
La humildad hace a una persona más cándida, más accesible y con quien se puede llevar mejor en una relación personal. Esto mismo no dice de una persona soberbia quien por su propio altivez, vive para sí misma y cierra las puertas para asociarse con aquellos a quienes considera de menor cuantía, al compararse con ella.
Antes de describir las bondades de ésta magnánima virtud otorga, valdría la pena hacer alguna acotación sobre lo que ella no es de acuerdo al dictamen que algunos entendidos han hecho de ella. Por un lado, la humildad no tiene la misión de hacernos sentir despreciados, ni que tengamos una pobre opinión de nuestras habilidades. No es su propósito revelarnos que somos los seres más miserables del planeta. No se trata de auto-afligirse y decir “no soy nadie, o soy bueno para nada”. Por otra parte, son muchas las personas con gracia que piensan que humildad equivale a mujeres bonitas tratando de creer que son feas, o personas inteligentes tratando de creer que son tontas. Debería separarse la idea que la humildad nada tiene que ver con esa absurda simulación de la falta de cualidades. Pero la humildad, contrario a estas opiniones, nos hace conocer los límites de nuestras fuerzas, nos revela los errores que tenemos para poder corregirlos, nos mueve a aprovechar el consejo dado por otros y seguir el ejemplo de los buenos, nos hace sentir muy nuestras las necesidades y miserias ajenas y, sobre todo, nos hace vivir con transparencia delante de Dios y las demás personas, que no miran nuestra apariencia sino las verdaderas motivaciones del corazón, porque "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4: 6)
Se cuenta que Benjamín Franklin, uno de los más grandes estadistas que ha tenido Norteamérica, redactó una lista de las cualidades del carácter que quería él desarrollar en su propia vida. Cada vez que sentía que había dominado una virtud entonces pasaba a la siguiente. Esta prueba la hizo muy bien, hasta que le tocó enfrentar a la humildad. Su frustración comenzó cuando al darse cuenta que estaba haciendo significativos progresos se agradaba tanto de sí mismo que se enorgullecía, craso error. Y esto es lo que sucede con esta virtud. No es tan difícil decir "tengo paciencia, fe, amor, bondad...", pero son muy pocos los que pueden decir "soy una persona humilde". Porque esta cualidad (Virtud Nº 1 en mis entregas) no es para ser divulgada o expresa a viva voz, sino para ser reflejada y demostrada. Sólo un hombre ha podido decir esto de sí sismo sin que su declaración haya reflejado soberbia. Su nombre es Jesucristo, y su legado a sus discípulos ha sido ese: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón". ¿Quién puede decir lo contrario del hombre que encarnó con su vida el más grande ejemplo de humildad para sus seguidores? Todo aquel que se considere su discípulo no podrá soslayar esta virtud, es totalmente imposible.
Es obvio que la humildad y la soberbia no pueden convivir en la misma habitación. Se da por un hecho que la humildad es como si se encendiera una luz en medio de la oscuridad. En la medida que ella va siendo parte de la vida, la soberbia se va desalojando. Y cuando eso ocurre damos lugar a la más grande bendición para la vida, “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu humilde y para vivificar el corazón de los quebrantados”. Isaías 57:15.
La humildad en la filosofía
Kant se encuentra entre los primeros filósofos con una concepción de la humildad como meta-actitud que proporciona al agente la perspectiva apropiada a la moral. La noción de Kant es la humildad como virtud central en la vida.
Mahatma Gandhi sugiere que la verdad sin humildad es corrupta y deviene en caricatura arrogante de la verdad. La humildad es una virtud central en el taoísmo. La frase siguiente describe como debería entenderlo una persona de acuerdo a las enseñanzas del Tao Te Ching (77.4): Una persona sabia actúa sin proclamar sus resultados. Archiva sus méritos y no se queda arrogantemente en ellos, no desea demostrar su "superioridad" ante los demás.
Finalmente, Nietzsche escribió sobre la humildad como una debilidad, una falsa virtud que escondía las decepciones en su interior.
Espero que puedan con lo expresado tener un mejor entendimiento de los que es la HUMILDAD, la primera de las SIETE VIRTUDES que puede llevarnos a llevar una mejor vida personal y con el mundo que nos rodea.
Se les quiere y aprecia a todos, y reciban un diluvio de bendiciones.