Todos tenemos nuestro
propio Monte Everest que escalar; algunos ya han tenido la
suerte de llegar y otros se afanan constantemente por lograrlo, lo más
importante es perseverar.
Algún alpinista se diría a
sí mismo:
“Lentamente volteo
hacia abajo, el enorme vacío a mis pies se apodera de mi cuerpo, pero mi mente
se aferra a la montaña, tengo frío, mucho frío, el agua helada que el sol ha
fundido arriba penetra por los lados robándome el calor que me queda, a punto de
caer, y a la vez siento que comienzo a levitar, ¡hipotermia!... ¡despierta!,
¡esta remota pared en el círculo polar ártico y que nadie había escalado no
será tu tumba! Centímetro a centímetro avanzo. Cuando llego a la repisa sé que
la cumbre será nuestra."
El afán de superación del
ser humano, ya sea por el espíritu competitivo o por el deseo de superar un
reto físico o intelectual, constituye la base para la realización de sus
objetivos y metas. Es lo que lleva a un atleta al final de la competencia, o a
un artista a realizar sus grandes obras, es el mismo que lleva a un alpinista a
la cima de las montañas, y una vez alcanzada la cumbre por tan largo tiempo
deseada, es lo que nos llevará a buscar una más alta o más difícil de alcanzar.
En cualquier actividad
humana, existen
personas que se atreven a intentar concretar y realizar sus más ambiciosos
anhelos. La pregunta surge entonces una y otra vez ¿cómo poder
llegar a la cumbre? Eso se logra con intensa dedicación, aprendiendo a lo largo
del arduo camino que nos ha tocado caminar, con extrema determinación, pero
sobre todo con mucho cariño y amor por lo que realizamos.
Todos tenemos nuestro propio Monte Everest o
muchos de ellos que escalar; algunos llegan más pronto que otros, algunos se
afanan constantemente por lograrlo, sin embargo, creo que lo más importante es perseverar.
Cuando hemos
vencido un Everest debemos preguntarnos: ¿y
ahora qué, si ya subimos a lo más alto?
Una vez que hemos
alcanzado nuestro Everest, su cumbre
se convierte en un escalón para explorar nuevos horizontes, esa búsqueda
incesante de las propias limitaciones físicas y mentales, esa voluntad por
intentar algo más es lo que coloca al ser humano, además de la inteligencia,
arriba del resto de la creación, una vez alcanzada una meta siempre existirá
otra más.
Al estar inmersos en un
nuevo reto, todo nuestro ser debe dedicarse a tratar de sobrevivir, estudiando,
entrenando, haciendo caso omiso de la crítica destructiva o de las envidias,
utilizando nuestra experiencia y creatividad para llegar más allá de donde
otros han llegado.
Escalar es como la vida misma, existen caídas,
fracasos, golpes duros e intensas emociones, al ascender hacia una meta lo que
más satisfacción nos da es el superarnos constantemente y el estar dando
nuestro mejor esfuerzo.
Al
alpinismo se le ha llamado el arte de saber sufrir, y saber hacerlo es lo que
da sabor a la vida. Vivir intensamente es recibir amargos fracasos
y dulces éxitos, es madrugar, desvelarse, tener cansancio, frío, hambre, miedo
y sed, ese breve transcurrir de nuestro cuerpo y mente en el espacio de la vida
hay que gozarlo intensamente, pero para poder hacerlo hay que soportar, y en el arte de saber
sufrir es como podremos conocernos más a nosotros mismos y así tener una
relación más plena con los demás.
¿Pero, no es muy arriesgado lo que hacemos?, es
lo que nos preguntamos. Al abordar cualquier proyecto, se tienen que correr
riesgos, no podemos dejar de correrlos como tampoco podemos hacerlo
temerariamente porque no duraríamos mucho en el serio juego de vivir. Un
triunfador sabe ante todo sobrevivir, pensando fría y calculadóramente, dándose
la libertad para retroceder en el momento adecuado y si está preparado, forzar
a la oportunidad para que se presente.
Cuando más incertidumbre
ha habido a lo largo del ascenso, cuanto más satisfechos nos sentiremos al
llegar a la meta, a la cima. Podemos llegar hasta donde hayamos soñado, si
hemos sido realistas en nuestras fantasías y hemos utilizado todos nuestros
recursos y facultades al intentarlo.
Antes o después de nuestro Everest,
las metas pueden ser infinitas, sólo nos falta dar un paso más, es así cuando
el reto se hará irresistible y nuestro afán indestructible.
¡ATREVÁMONOS A SER
EL MEJOR ALPINISTA EN NUESTRA VIDA!