viernes, 30 de diciembre de 2011

EL UNIVERSO VIVE EN NOSOTROS.


El mundo existe en nosotros; nosotros no existimos en el mundo. Éste es un concepto un poco difícil de entender, y podemos pasarnos toda la vida tratando de comprenderlo intelectualmente. Sin embargo, desde un punto de vista práctico, la próxima vez que miremos un árbol, o que miremos a otro ser, o que miremos cualquier cosa, simplemente digámonos a nosotros mismos: ese árbol existe en mí. Esas estrellas y galaxias, esta mesa y esta silla… todo existe en mí.


Si nos decimos esto a nosotros mismos, pronto empezamos a ver que tenemos conocimiento de ello. Si nos decimos a nosotros mismos que nosotros existimos en ustedes, los amaremos. Tarde o temprano, tendremos esa relación íntima con todo lo que existe.

Todo el universo está vivo. La Tierra, las estrellas, la Vía Láctea y otros sistemas galácticos son un organismo vivo. El universo es un gigantesco Ser vivo. Cuando tenemos un sentimiento de intimidad con este Ser, cuando nos enamoramos de todo lo que existe, el universo nos habla y nos revela sus secretos más íntimos.

jueves, 29 de diciembre de 2011

EL MEJOR REGALO PARA LOS TINTEROS


Existe un lugar en donde todo se vuelve sencillo, en donde todo es posible.


Existe un lugar en donde podrás refugiarte de las tormentas, en donde podrás aplacar la furia de tus decepciones.

Existe un lugar donde el Amor encuentra asidero, donde el dolor se desvanece y donde la pena no es bienvenida.

Existe un lugar en donde la paz camina descalza, en donde la serenidad es fruto de los árboles.

Existe un lugar en donde la bondad es la semilla que crece en los campos de la esperanza, un lugar en donde la belleza viste con sus ropajes todos los días al paisaje.

Existe un lugar donde el Alma se encuentra con el Ser, donde el Ser se olvida del cuerpo.

Ese lugar está dentro de ti, es el jardín del corazón. Visítalo con frecuencia porque ese es tu lugar, ese es el lugar donde la magia sucede. Allí reside la paz, allí renace la sinceridad, allí habita el Ser.

Descansa, tú caminante sin rumbo, adéntrate en las profundidades de tu interior y encuéntrate con la paz. Descansa, oh! viajero solitario, de los trajines de la inconsciencia y siéntate a la sombra del árbol de la Verdad.

Descansa, amigo mío, deja ya de correr, deja ya de sufrir. No existe sufrimiento más allá de las barreras de la mente; no existe sufrimiento que no provenga de tus ideas y condicionamientos. ¿Cómo podría existir sufrimiento salvo en aquello que no resulta según tus exigencias? ¿Es acaso la realidad algo que puedas cambiar? En el maravillosos mundo interior la realidad está siendo, déjate sorprender por su simpleza, no interfieras, no intentes cambiarla.

Descansa, navegante de mil mares, no dependas ya de los vientos que impulsaron tus velas según su voluntad. Toma el timón de la vida y cruza este Océano trazando tu propia ruta, dejando tu propia estela, conquistando todos los mares.

Así como el pez en el agua, comprende que tu sed puede ser saciada en todo momento, siempre. La paz no está lejos de ti, la paz no es algo que debas salir a buscar, la paz no es aquello que puedes comprar. Simplemente abre tu corazón y llénate de ella, cólmate hasta quedar completamente embriagado en su presencia.

Escucha. Descubre. Juega. Ríe. Observa. Aprecia. Baila. Ama. Siente. Cuando así sea, la paz sucederá en ti será a través de ti.

“El mejor regalo para ti eres TU MISMO, despojado de todo deseo y de toda exigencia, tú mismo en libertad. Esencialmente brillas en tu interior como una incandescente luz que no puede ser opacada. Dentro de ti estás TÚ sin restricciones, TÚ sin fronteras, TÚ sin condiciones.

¿Comprendes que YA eres eso que tanto anhelas? Eres tu mejor regalo. QUÍTATE EL ENVOLTORIO YA.”

lunes, 26 de diciembre de 2011

NECESITAMOS DE TODOS



Quiero con esta fábula compartir con Ustedes lo importante que es valorar a todos los que nos rodean, a aquellos que son allegados a nosotros, que de una forma u otra nos hacen ser lo grandes y majestuosos que somos, pero que a veces nuestro EGO no nos permite darnos cuenta de cuan importantes y necesarios son en nuestras vidas y en nuestros logros.


“Había una vez una rosa muy bella que se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos, porque a su lado siempre había un sapo grande y oscuro.

Indignada ante lo descubierto, le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo:
-          Está bien, si así lo quieres.

Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al verla totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos.

Le dijo entonces:
-          Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasa?

La rosa contestó:
-          Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual.

El sapo sólo contestó:
-          Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín”.

Cada uno de nosotros es una pieza tan única y especial que se conecta y se ajusta de tal forma que da sentido y armonía a toda la existencia.

sábado, 17 de diciembre de 2011

VIVIR POR LAS SIETE VIRTUDES. PARTE VI

LA CANDIDEZ DE LA GENEROSIDAD


“La generosidad del ser humano es el hábito de dar y entender a los demás. Comparado a menudo con la caridad como virtud, la generosidad se acepta extensamente en sociedad como un hábito deseable. En momentos de desastres naturales, los esfuerzos de la ayuda son con frecuencia proporcionados, voluntariamente, por los individuos o los grupos que actúan de manera unilateral en su entrega de tiempo, de recursos, de mercancías, de dinero, etc. La generosidad es una forma de altruismo y rasgo de la filantropía, como puede verse en las personas anónimas que prestan servicios en una organización no lucrativa.
La generosidad puede también ser tiempo, dinero, o trabajo del gasto, para otros, sin la recompensa en vuelta. Aunque el término generosidad va a menudo de común acuerdo con caridad, mucha gente en el ojo del público desea el reconocimiento de sus buenos actos. Las donaciones son necesarias para apoyar organizaciones y sus comités, sin embargo, la generosidad no debe estar limitada a épocas de gran necesidad tales como desastres y situaciones extremas; ya que la generosidad no ha de estar basada solamente en el estado económico, sino que por el contrario, incluye las intenciones puras del individuo de mirar hacia fuera para bien común de la sociedad y dar ejemplo a los demás.
La generosidad debe reflejar la pasión del individuo en la ayuda. Un ejemplo común de la verdadera generosidad es el de muchas organizaciones no lucrativas. Estas organizaciones, pequeñas o grandes, proporcionan las herramientas libres, fuentes, y aguantan largas horas de trabajo para mejorar las condiciones y dar a la gente menos afortunada el consuelo y/o apoyo que necesitan. Entender a las demás personas y ser amable con todo el mundo.
El Texto anterior es copiado de Wikipedia”

LA CANDIDEZ DE LA GENEROSIDAD

La generosidad es la sexta de las Siete Virtudes Capitales. Ella es el lado opuesto de la avaricia porque ésta, en su afán inmoderado, busca siempre su propia complacencia donde no hay más cabida sino para la persona misma (Egoismo), mientras que la generosidad levanta su altar sobre las piedras de la filantropía y hace todos sus sacrificios teniendo en cuenta el bienestar de la dicha ajena. Se dice que la palabra “generosidad” la inventaron los romanos. Viene del término “Generosus” que se relaciona en primer lugar con algo "de buena raza" (genus/generis), y en segundo lugar, "prolífico", "fecundo". Una combinación de ambas partes nos hace ver cómo esta palabra se constituye en una virtud esencial para la raza humana, porque apunta hacia su calidad y abundancia de reproducción. Y es que una persona generosa va a actuar siempre de forma desinteresada a favor de otra. Un rostro lleno de alegría y una voluntad presta, sin importar el costo del esfuerzo, son las características visibles de aquel que siempre practica esta virtud. La generosidad tiene la firme misión de hacerles la vida agradable a los demás. Un alma generosa tiene la tendencia a sacrificar sus propias gratificaciones para arrancar nuevas esperanzas en los que menos tienen. Leon Tolstoi lo dijo así: “No hay más que un modo de ser felices: vivir para los demás”.

El mundo pareciera dividirse en dos tipos de personas: los que siempre esperan recibir y los pocos que están dispuestos a dar. El primer grupo tiene la tendencia a prevalecer porque la naturaleza humana, insatisfecha de tantas necesidades, busca siempre colmar su hambre y sed de significado. Pero también es cierto que son muchos los que viven con la mano abierta esperando algo, porque sus almas egoístas y avaras no conciben la idea de practicar la magnanimidad. Sin embargo, no son los que reciben los "bienaventurados", sino los que dan. Esta máxima la expresó Jesucristo, cuando en alguna parte dijo: "Más bienaventurado es dar que recibir". No sabemos si la misma vino para rechazar la actitud de aquella religión que se preocupaba más por la aplicación de una ley sin vida en lugar de la misericordia. Tampoco sabemos si en su mente tenía al grupo de los fariseos que al ir al arca de las ofrendas daban de lo que les sobraba contrario a la viuda que dio todo lo que tenía. Lo cierto es que él, entre todas sus bienaventuranzas, mencionó ésta para hablar del valor de la generosidad. En un mundo signado por la avaricia y ese egoísmo que mantiene el puño cerrado, ésta bienaventuranza es extraña, pudiera tener visos de espiritualidad y por lo tanto no encuentra cabida en aquellos que siempre están recibiendo, pero que casi nunca están dispuestos a dar. Viven como el mar muerto, recibiendo pero jamás dando.

La vida debiera ser toda una vertiente de generosidad. Para los que piensan que ya no tienen que ocupar ningún espacio en este mundo, la generosidad de un buen consejo, respaldado con una dosis de mucho ánimo, podrá cambiar el rumbo a esas vidas desorientadas. Hay gente que vive sola y con mucha pena en su alma. Seamos generosos en darle nuestro amor y llenar de significado la soledad que les agobia. Son muchos los que se enfrentan a una penosa enfermedad (tengo varias personas queridas en esta condición); los que están recluidos en las paredes frías de alguna cárcel; los que enfrentan las secuelas de un divorcio (muchas d mis amistades están en ese proceso); los que enfrentan la rebeldía de sus hijos; los que viven bajo el dominio de un vicio insuperable... Seamos generosos en darles una palabra de aliento, un abrazo de esperanza y una visible demostración de afecto a través de hechos, mientras transitan el camino de su aflicción. Cuando practicamos esto nos convertimos en aliados con Dios, quien es el ser más generoso. Su generosidad se ve en la manera como fue creada nuestra vida y lo que le puso alrededor de ella. Pero la cumbre de su generosidad se ha visto en su inefable amor por esta extraviada humanidad, al decírsenos: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dado su Hijo unigénito, para que todo aquel que crea en él, no se pierda mas tenga vida eterna" (Juan 3:16)

La virtud de la generosidad camina en la misma dirección que se dirige Dios. Un alma generosa vivirá acompañada de otras virtudes que vienen a acrecentar su propia felicidad.

“Que tengas una vida llena de bendiciones y hagamos por los demás lo que queremos que hicieran por nosotros. DIOS LOS BENDIGA.”

viernes, 16 de diciembre de 2011

VIVIR POR LAS SIETE VIRTUDES. PARTE V

CORRIENDO CON PACIENCIA


“La paciencia es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades. De acuerdo con la tradición filosófica, “es la constancia valerosa que se opone al mal, y a pesar de lo que sufra el hombre no se deja dominar por él”
La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que a las cosas que no dependan estrictamente de uno hay que darles tiempo. TEXTO TOMADO DE WIKIPEDIA”

La paciencia es la virtud capital que se define como la probidad del que sabe sufrir y tolerar los infortunios y adversidades con fortaleza, sin lamentarse. Esta es la virtud que se opone a esas reacciones negativas que batallan con nuestro carácter, tales como: la ira, la intemperancia, la inquietud, la intranquilidad, el desasosiego, la turbación y el nerviosismo. Isaac Newton reconocía el valor de la paciencia para sus más inimaginables logros, cuando dijo: “Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que a cualquier otro talento”. Nadie puede negar que la paciencia puede desarrollar en cada uno de nosotros la capacidad de esperar lo máximo de lo que hacemos y llegar a ser mejor de lo que somos. Lo último es dicho porque solemos soportar nuestro entorno, incluyendo caracteres exaltados, pero no siempre toleramos nuestras fallas porque no nos tenemos paciencia. Por otro lado, el consumo de las cosas “rápidas” ha hecho que esta generación coloque a un lado esta virtud capital. Caminamos sobre un mundo que anda de prisa y que busca atajos para esquivar cualquier tipo de proceso que requiere tiempo y exige un extra de nuestra entrega. Pero lo cierto es que no iremos más allá de la paciencia que exhibamos. Contrario a esto, no hay cosa imposible para quien sabe trabajar y esperar, porque la paciencia es el arte del que sabe persistir, pero que jamás deja de obrar.

El título de la entrega de hoy plantea una reacción contraria al concepto tradicional de lo que suponemos es la paciencia. Por lo general asociamos esta virtud con un estado de quietud, como el sentarse o acostarse, hasta que suceda algo. Sin embargo, “Corriendo con Paciencia” demanda una total acción en la “pasividad” de esta virtud. Estamos, pues, hablando de una paciencia que puede correr. Pero cabe preguntarse, ¿qué tipo de paciencia es esta? Puedo decirles que no es, por cierto, aquella que permanece en un conformismo en los tiempos de angustia; o en la tranquilidad, mientras se está bajo el golpe de una gran adversidad. Esta Paciencia a la que hago mención es aquella que aun cuando el corazón transite el “valle de sombra o de muerte”, aún así sigue avanzando. Es aquella que mantiene cumpliendo el compromiso, aunque haya un espíritu abatido por algún pesar. Es aquella que tiene un objetivo para alcanzar, una meta por concluir. Esta clase de paciencia hay que ejercitarla, hay que educarla. Ella no se logra levantando la bandera de la resignación, sino enfrentando los vientos contrarios con abnegación y dedicación. Por ello hablando de los hombres débiles o fuertes: “La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte”. Emmanuel Kant.

Este es el contraste de lo que a veces pensamos respecto a la fortaleza.

Una persona que logra desarrollar la paciencia como instrumento para sus éxitos, de alguna manera vive en una sintonía divina, cuyo resultado ostensible se produce en la formación de su propio carácter. Estas personas reconocen que esta virtud es una concesión del cielo, pues es dada como parte del fruto del Espíritu ( o la Fuerza), el más grande regalo que puede habitar en el corazón del hombre. Quien esto posee, desarrolla no sólo la paciencia para esperar lo que tanto anhela, sino otras virtudes con las que adornará su vida y con las que conquistará lo que se extiende adelante. El fruto del Espíritu (Fuerza) se describe como: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza...” (Gálatas 5: 22,23) ¿Pueden imaginarse una vida mejor equipada que esta? ¿Pudiéramos pensar en otro poder mayor que nos ayude a formar nuestro carácter y darle equilibrio a la vida? Quienes así viven aceptan el reto de correr con paciencia la carrera que tienen por delante. Reconocen que no son autosuficientes, sino que con humildad levantan su mirada hacia arriba donde saben que está el Todopoderoso, el gran conquistador de todo, el autor y consumador de la verdadera salvación. De esta manera, el fruto de la paciencia logrará mejores personas con mejores relaciones, pero además logrará poner al hombre en la ruta de su más férvida esperanza, la vida eterna: “Tengan también ustedes paciencia, y afirmen sus corazones; porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:8)

Entonces pongamos prestos, como atletas olímpicos, a dar inicio a nuestra nueva carrera, la de “CORRER CON PACIENCIA”

VIVIR POR LAS SIETE VIRTUDES. PARTE IV

EL ROSTRO DE LA CARIDAD

“La caridad es la reina de las virtudes. Como el hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las otras virtudes; cuando se rompe el hilo caen las perlas. Por eso cuando falta la caridad, las virtudes se pierden.” San Pío de Pieltrecina


La caridad, que es la antítesis de la envidia, nos presenta el rostro alegre y bondadoso de la misericordia, de la clemencia, la compasión, la piedad, y la condescendencia que son aguas de la misma fuente. La caridad como virtud teologal tiene su punto de referencia en el más grande mandamiento que nos invita a amar a Dios sobre todas la cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. De esto se desprende que el cuidado y atención por el prójimo que aparece en la lista de estos “tres amores”, debería ocupar un sensible y apasionado lugar en nuestro corazón. Porque no se puede decir que se ama a Dios sin tomar en cuenta el amor que le debemos a nuestro prójimo. Esto es necesario afirmarlo porque la caridad que se ejerce sin tomar en cuenta a Dios en cada acto compasivo, llega a ser un fin en sí mismo. La filantropía que no se practica en el contexto del mandamiento donde nace la caridad, puede llegar a ser soberbia y presuntuosa, y hasta justificar al que la hace como si fuera una indulgencia para alcanzar al cielo. “Nunca están los hombres más cerca de Dios que cuando se emplean en salvar a sus semejantes". Cicerón

La caridad se manifiesta en la devoción de los que mantienen un corazón generoso y una mano abierta. En el mundo son innumerables los que mueren con sus bocas abiertas y sus estómagos vacíos, esperando por una mano abierta con las que pudieron satisfacer su hambre. Las estadísticas que nos suministran las agencias humanitarias que están sobre la brecha, paliando este flagelo del hambre, son alarmantes y requieren de una sociedad más sensible y preocupada. Nunca había sido tan necesaria, como urgente, la aplicación de la caridad como en este tiempo, en el ahora. El aumento continuo de los desamparados, de los hombres y mujeres que no tienen "donde recostar su cabeza", de las viudas y los huérfanos sin un consuelo de amor y sin una esperanza de satisfacción, demandan de un corazón generoso y de una mano que condescienda para socorrer sus necesidades. Una mano abierta para dar de comer al debilitado, una mano abierta para socorrer al desamparado, una mano abierta para cubrir al desabrigado, una mano abierta para consolar al enlutado o dar un abrazo al que vive sumido y entregado en alguna profunda soledad, se convierte en un reclamo desde la tierra y en una demanda del cielo. Con esto concuerdan las palabras que el don más precioso que otorga Dios al corazón humano es el de sepultar su egoísmo mientras su alma se enciende en amor por otros.

Tomemos las palabras de Jesús “por cuanto lo hiciste a uno de mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”, que pronunciara en el contexto de lo que será el juicio a las naciones, y la premiación para la vida y el castigo eterno, reflejan con precisión la práctica de la caridad: “Porque tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed, y me diste de beber; fui forastero, y me recibiste; estuve desnudo, y me vestiste; enfermo, y me visitaste; estuve en la cárcel, y viniste a mí” (Mateo 25:35, 36). Alguien interpretando las palabras de Jesús y la forma cómo se identificó con el necesitado, lo puso en un lenguaje poético teniendo un profundo sentido sus palabras: “Cristo no necesita que lo cures, Cristo nunca se enfermó, más piensa cuando cures a algún pobre que estás curando a Dios. Cristo no necesita de alimento, no tiene hambre el Señor, más piensa cuando asistas al hambriento que alimentas a Dios. Cristo no necesita de vestidos para entrar en calor, pero siempre que cubras al desnudo di que vistes a Dios. Cristo no anda buscando que lo hospeden cual extranjero, no, pero siempre que hospedes a un hermano di que hospedas a Dios. Ya Cristo no estará jamás en la cárcel, no hay para él prisión, mas siempre que visites a los presos visitarás a Dios. Ya en los ojos de Cristo no habrá llanto aunque llorar solió, más siempre que consueles a los tristes consolarás a Dios”. Estas palabras de Jesús son el crisol donde se prueba la virtud de la caridad.

DIOS NO LLENE DE ESTA VIRTUD Y EL MUNDO SERÁ UN INMENSO COLLAR DE PERLAS

jueves, 15 de diciembre de 2011

LOS DONES DE DIOS

Usemos para llorar…, nuestro propio pañuelo.
Para el amor…, nuestras propias mieles.
Para crecer…, nuestra propia experiencia.
Para los hijos…, nuestra propia intuición.


Usemos para la suerte…, nuestra propia habilidad.
Para obrar…, nuestra propia conciencia.
Para el éxito…, nuestro propio valor.
Para el fracaso…, nuestro propio aprendizaje.

Usemos para la siembra…, nuestra propia semilla.
Para la amargura…, nuestro propio pozo.
Para la felicidad…, nuestros propios resortes.
Para la libertad…, nuestro propio espacio.

Usemos para la emoción…, nuestras propias cuerdas.
Para volar…, nuestras propias alas.
Para vivir…, nuestra propia energía.
Para llegar a Dios…, nuestra propia fe.

Usemos todos los dones…, que Dios nos ha regalado.
Pero después…, “regálate a ti mismo.”
¡Y déjate usar por Él!

martes, 13 de diciembre de 2011

ÉL TODO LO SABE

En todo lo que nos pase, recordemos que Dios lo sabe, y estaremos tranquilos. Porque Dios quiere nuestro bien y no se complace en mortificarnos.


Nada nos podrá quitar la paz del alma, si brilla en ella la memoria de esto: Dios lo sabe.

Cualquier cosa que suceda, si las cosas nos salen bien, si nos salen mal, es decir contraria a nuestros deseos, Dios lo sabe.

Calmémonos, no perdamos la tranquilidad.

Si sufrimos, en el alma o en el cuerpo… Dios lo sabe.

No lo sabrán los hombres; pero Dios ve nuestras aflicciones.

Él oye los apresurados latidos de nuestro corazón. ¡Él, que es la bondad misma…! Luego, todo es para nuestro bien.

Aprovechémonos de todo, porque Dios lo sabe.

lunes, 12 de diciembre de 2011

ESCULTORES DE NUESTRAS VIDAS

Hoy podemos quejarnos porque el día esta lluvioso, o podemos dar gracias a Dios porque las plantas están siendo regadas gratis.


Hoy nos podemos sentir tristes porque no tenemos mas dinero, o podemos estar contentos porque nuestras finanzas nos empujan a planear nuestras compras con inteligencia.

Hoy podemos quejarnos de nuestra salud o podemos regocijarnos porque estamos vivos.

Hoy podemos lamentarnos por todo lo que nuestros padres no nos dieron mientras estábamos creciendo, o podemos sentirnos agradecidos de que nos permitieran haber nacido.

Hoy podemos llorar porque las rosas tienen espinas, o podemos celebrar el que las espinas tengan rosas.

Hoy podemos quejarnos porque tenemos que ir a trabajar, o podemos gritar de alegría porque tenemos un trabajo.

Hoy podemos quejarnos porque tenemos que ir a la escuela, colegio o universidad, o podemos estudiar y abrir nuestra mente enérgicamente y llenarla de nuevos y ricos conocimientos.

El día se presenta ante nosotros esperando a que nosotros le demos forma y !aquí estamos nosotros! Sus escultores.

Lo que suceda hoy depende de nosotros, de nadie más. Nosotros debemos escoger que tipo de día vamos a tener.

sábado, 10 de diciembre de 2011

EL TIEMPO ES UN BUEN MAESTRO

Con el tiempo aprendemos la sutil diferencia que hay entre tomar la mano de alguien y encadenar a un alma.


Y aprendemos que el amor no significa apoyarnos en alguien, y que la compañía no significa seguridad.

Y empezamos a entender que los besos no son contratos, ni lo regalos, promesas.

Y empezamos a aceptar nuestras derrotas con la cabeza en alto, con los ojos bien abiertos, con la compostura de un adulto; no con el rostro compungido de un niño.

Y aprendemos a construir todos nuestros caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes.

Con el tiempo, aprendemos que incluso los agradables rayos del sol queman, si nos exponemos a ellos demasiado.

Por lo tanto, sembremos nuestro propio jardín y adornemos nuestra propia alma, en vez de esperar que alguien nos lleve flores.

Y así aprenderemos que en realidad podemos sobrellevarlo todo… que en verdad somos fuertes. Y que en realidad valemos mucho.

martes, 6 de diciembre de 2011

PROBAR NUESTRO ESPÍRITU.

Con el reciente accidente de tránsito que tuve en la carretera cerca de Camatagua, Estado Aragua, me recordé de algo que me sucedió en una de esas excursiones al Ávila en mis tiempos del Centro Excursionista Loyola (CEL), el cual comparto con Ustedes.


Cierto día que subía por un sendero del Ávila, me encontré con un residente de la hermosa montaña, quien llevaba una hacha. Lo acompañé un rato y al cabo le pregunte que iba a cortar. Necesito un trozo de madera para arreglar mi cabaña, me dijo. Es preciso que sea la más dura que pueda obtenerse. La que se da en la cima de la montana, donde son mas recias las tormentas, es siempre la más resistente.

Hoy recuerdo ese relato pues he comprendido que las tempestades rompen y desfiguran, pero también fortalecen, edifican; y de ellas suele brotar una belleza serena e inalterable. La primera hermosura de una niña carece de significado y de permanencia espiritual. No representa esfuerzo alguno, ni decisión, ni lucha. Años más tarde, cuando la niña se ha convertido en mujer, si ha hecho frente a las vicisitudes en forma valerosa, poseerá una belleza que tiene un aura inmortal, ya que habrá echado raíces en el carácter.

Nos inclinamos a lamentarnos de que el mundo no sea mejor. No obstante, el hecho de que nos ofrezca tantos obstáculos nos proporciona la única oportunidad de poner a prueba el espíritu.

Las épocas de prosperidad son peligrosas. En ellas el alma se acostumbra al ocio y se anquilosa. Los tiempos de tormenta y de peligro nos hacen descubrir las cualidades que poseemos.

Así como este accidente, una tempestad es un reto; parece que algo existe en nuestro espíritu que se alza para hacerle frente.

lunes, 5 de diciembre de 2011

CON EL TIEMPO HE APRENDIDO QUE...

… debiéramos de estar contentos de que Dios no nos concede todo lo que pedimos.


… el dinero no te da categoría, son las cosas pequeñas y cotidianas las que hacen la vida tan espectacular.

… muy dentro de cada persona hay alguien que desea ser apreciado y amado.

…Dios no lo hizo todo en un día. ¿Qué nos hace pensar que nosotros si podemos?

… el ignorar las cosas, no las cambia.

… cuando queremos desquitarnos de alguien, solo permitimos que ese alguien continúe hiriéndonos.

… es el amor y no el tiempo, quien cura las heridas.

… la mejor manera que existe de crecer, es rodearse de personas que sean más listas que nosotros.

… nadie es perfecto hasta que nos enamoramos de él (ella).

… la vida es dura, pero nosotros somos más duros.

  las oportunidades nunca se pierden, las que nosotros desperdiciamos, alguien las encontrará.

  si albergamos amargura, la felicidad buscará otro sitio para albergarse.

… me hubiera gustado decirle a mi papá que la amaba, una vez más, antes de su muerte.

… uno debe mantener sus palabras suaves y tiernas, porque el día de mañana tendremos que comérnoslas.

… una sonrisa es la forma más barata de mejorar nuestra apariencia.

  no podemos escoger cómo nos sentimos, pero sí como actuar al respecto.

… cuando un bebé recién nacido nos agarra un dedo con su mano, te ha agarrado para toda la vida.

… todos quieren vivir en la cima de la montaña, pero toda la felicidad y crecimiento ocurren mientras estamos escalándola.

… mientras menos tiempo tengamos para trabajar, más cosas haremos.

martes, 29 de noviembre de 2011

¿QUÉ ES SER LIBRE?

La libertad es ser quien somos y no lo que los demás esperan que nosotros seamos. Incluye nuestra libertad de decidir dónde queremos estar en cada momento.


Libertad es pensar lo que pensamos, y sentir lo que sentimos y no necesariamente lo que deberíamos sentir, o lo que otros hubieran sentido, o lo que esperan que nosotros sintamos.

Libertad es correr los riesgos que nosotros decidamos correr, siempre y cuando estemos dispuestos a afrontar por nosotros mismos los costos de dicho riesgo.

Libertad es salir al mundo a buscar lo que creemos que necesitamos, en lugar de vivir esperando que otro nos dé el permiso para conseguirlo. Poco para agregar, que no esté dicho…Tenemos el don y el derecho a la libertad… Libertad de pensar, de sentir, de expresarnos, libertad de elegir.

De elegir lo que pensaremos, lo que sentiremos. Sí, podemos elegir lo que sentimos también. A veces no podemos elegir lo que nos pasa, pero podemos elegir qué hacemos con eso.

La sensación de libertad, como cualquier otra, es intransferible, pero los invito a que respiren hondo, todo el aire está para ustedes, miren el cielo, enorme, imponente…, todo para ustedes…, son  libres.

Aún si estamos en la oficina, o haciendo algo que no nos gusta, estamos ELIGIENDO, estamos haciendo uso de nuestra libertad.

Piénsenlo. Se siente distinto cuando tomamos conciencia de que todo lo que nos pasa es el fruto de nuestras elecciones.

Los problemas que tenemos hoy no pueden ser resueltos, si pensamos de la misma manera que cuando los creamos.

“Fallar es temporal, rendirse es permanente”.

lunes, 28 de noviembre de 2011

TOMÉMONOS TIEMPO

Tomémonos tiempo para trabajar: es el precio del éxito.


Tomémonos tiempo para pensar: es la fuente de poder.

Tomémonos tiempo para jugar: es el secreto de la juventud permanente.

Tomémonos tiempo para leer: es la fuente de la sabiduría.

Tomémonos tiempo para ser amistoso: es el camino a la felicidad.

Tomémonos tiempo para soñar: es unir tu carro a una estrella.

Tomémonos tiempo para amar y ser amado: es el privilegio del ser humano.

Tomémonos tiempo para mirar a nuestro alrededor: el día es muy corto para ser egoísta.

Tomémonos tiempo para reír: es la música del alma.

Tomémonos tiempo para Dios: es la única inversión perdurable en la vida.

viernes, 25 de noviembre de 2011

ÚNICAMENTE POR HOY

Únicamente por hoy, seremos felices. Esto supone que es verdad lo que dijo Abraham Lincoln: “La mayoría de las personas son felices cuando deciden serlo”. La felicidad es algo interior: no es asunto de afuera.


Únicamente por hoy, trataremos de ajustarnos a lo que es y no trataremos de ajustar todas las cosas a nuestros propios deseos. Aceptaremos nuestra familia, nuestros negocios y nuestra suerte como son y procuraremos encajar en todo ello.

Únicamente por hoy, trataremos de vigorizar nuestro espíritu. Aprenderemos algo útil. No seremos unos haraganes mentales. Leeremos algo que requiera esfuerzo, meditación y concentración.

Únicamente por hoy, ejercitaremos nuestra alma de tres modos. Haremos a alguien, algún bien sin que él lo descubra. Y haremos dos cosas que no nos agrada hacer, sólo como dice William James, por ejercitarme.

Únicamente por hoy, seremos agradables, tendremos el mejor aspecto que podamos, nos vestiremos con la mayor corrección a nuestro alcance. Hablaremos en voz baja, nos mostraremos corteses. Seremos generosos en la alabanza, no criticaremos a nadie, no encontraremos defectos en nada y no intentaremos dirigir o enmendar la vida del prójimo.

Únicamente por hoy, trataremos de vivir únicamente este día sin abordar a la vez todo el problema de la vida. Podemos hacer en doce horas, cosas que nos espantarían si tuviéramos que mantenerlas durante una vida eterna.

Únicamente por hoy, tendremos un programa. Consignaremos por escrito lo que esperamos hacer cada hora. Puede que no sigamos exactamente el programa, pero lo tendremos. Eliminaremos dos plagas, la prisa y la indecisión.

Únicamente por hoy, tendremos media hora tranquila, de soledad y descanso. En esta media hora pensaremos a veces en Dios, a fin de conseguir una mayor perspectiva para mi vida.

Únicamente por hoy, no tendremos miedo y especialmente no tendremos miedo de ser felices, de disfrutar lo bello, de amar y de creer que los que amamos, nos aman.
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Es probable que el “Únicamente por hoy” se convierta en una práctica que no podamos abandonar, y entonces, de manera sencilla, habremos conseguido la plenitud humana tan buscada.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

CAMBIEMOS DE HÁBITO.

Estemos dispuestos a redefinirnos cada día.


Advirtamos cuando caigamos en viejos hábitos y creencias, y detengámonos tan pronto como nos demos cuenta.

Aceptemos la responsabilidad total de cada respuesta y sentimiento que tengamos, no culpemos de ellos a nadie ni a nada.

Consideremos al mundo como un espejo que refleja lo que es en este instante.

Recibamos todo lo que está tratando de llegar a nosotros.

Los mensajes están por todas partes. No tenemos que planear con detalle nuestro siguiente paso, éste aparecerá en el momento correcto. Pues sabemos que el tiempo de Dios es perfecto.

No actuemos ni tomemos decisiones cuando nos sintamos inseguros. Practiquemos la paciencia hasta que nos sintamos convencidos.

Asumamos que Dios tiene puesta su atención en nosotros.

domingo, 20 de noviembre de 2011

VIVIR POR LAS SITE VIRTUDES. TERCERA PARTE


TEMPLANZA, VIRTUD QUE DOBLEGA LOS EXCESOS


Templanza, para la doctrina cristiana, es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados y compartidos. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar “para seguir la pasión de su corazón”. La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: “No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena”. En el Nuevo Testamento es llamada “moderación’ o ‘sobriedad”, tal como se afirma en la Carta Paulina “(debemos) vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente” (Tt 2, 12). Viene de la palabra templo, y nos lleva a considerar nuestro cuerpo como un templo y en resumen significa moderación de los actos de los creyentes.

Es la lucha racional, contra la lucha pasional de los placeres humanos no espirituales. Pero la palabra implica una balanza positiva, tener templanza es ser equilibrado.

La tendencia natural hacia el placer sensible que se observa en la comida, la bebida y el deleite sexual es la forma de manifestación y el reflejo de fuerzas naturales muy potentes que actúan en la propia conservación.

Estas energías vitales representan la actividad de la vida y, cuando se desordenan, se convierten en energías destructoras.

La templanza no significa perdida de entrega, se reconoce como una virtud.

La templanza o dominio propio, la tercera de las Siete Virtudes Capitales, se define como "aquello sobrenatural que modera la inclinación a los placeres sensibles, especialmente del tacto y del gusto, conteniéndola dentro de los límites de la razón iluminada por la fe. Esta virtud pudiera constituirse en la decana de todas las demás. Sin en el ejercicio de ella, la vida no sería más que una apariencia piadosa. Y es que al tratar de ponerle linderos a nuestros propios impulsos, esta virtud se encuentra con un gran gigante que no está dispuesto a ceder tan fácilmente su control; estamos hablando de nuestro propio YO, nuestro EGO. De este modo, la templanza lucha contra las incontroladas tendencias del carácter y de la naturaleza carnal, tales como: el egoísmo, la vanagloria, el orgullo y el desenfreno en los apetitos temporales. Un sinónimo muy cercano a la templanza es la continencia. Esta es la virtud que modera y refrena las pasiones y afectos del ánimo. La persona que la practica vivirá con sobriedad y templanza. En una sociedad que abre cada vez más sus puertas al relativismo moderno, donde a lo bueno se le dice malo y a lo malo bueno, la templanza se convierte en un campo de batalla cotidiana para no ceder ante tanta permisología, Y es que ejercer el dominio propio con tanto acoso, con tanto bombardeo publicitario, pareciera ser un desafío que pertenece a pocos valientes. Los que hacen de esta virtud su lema se elevan sobre las alas del éxito.

"El hombre más poderoso es el que es dueño de si mismo. Reinar sobre sí mismo es el reinado más glorioso". Y la verdad es que si no somos dueños de nuestro carácter, y ejercitamos autoridad sobre aquellos apetitos desordenados que batallan en nuestra mente, otros "dueños y gobiernos" ocuparán la ciudadela del alma. Sobre este particular nunca había sido tan oportuno y bienvenido el proverbio que sentencia, "mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el toma una ciudad" (Proverbios 16:32). El ejercicio de la templanza tiene, pues, un valor capital. Lo tiene en la formación del carácter. Hay una tendencia muy marcada a reaccionar con ciertos arrebatos y rabietas cuando algo no nos agrada o cuando alguien nos arremete o nos agrede. El levantar la voz, el decir palabras hirientes, el ofender con obscenidades y el llegar hasta la violencia física, son los escenarios donde no impera la templanza. Pero también tiene valor para el desvarío de los deseos de la carne. La falta de dominio propio en lo que comemos, en lo que vemos y en lo que tocamos nos puede conducir a disoluciones que terminarán dejando una conciencia culpable, efectos secundarios en el cuerpo y dolor en los ofendidos.

Sin embargo, y contrario a lo arriba expuesto, la templanza está muy unida a los éxitos de la vida. El hombre que sabe controlarse frente a una palabra exacerbada forma parte de los que saben que la "blanda respuesta quita la ira". El que logra estar firme frente al acoso de una tentación constante será invitado a subir al podio donde se premia la abstinencia. Hay un hombre en la historia bíblica que encarnó el valor de la templanza. Tal ejemplo no fue obtenido en el seno de su familia pues lo menos que vio allí, tanto en su padre como en sus hermanos, fue una vida circunspecta. Su nombre fue José. Vendido por sus hermanos a los amalecitas y por ellos a Potifar, un oficial Egipcio. Por sus cualidades éticas se constituyó en un hombre fuera de serie para su tiempo. Él despertó tan singular confianza en su amo que éste lo puso como mayordomo de todas sus pertenencias. Pero la mujer de Potifar, sabiendo que José era de hermosa presencia, lo acosaba siempre, y un día lo acosó para acostarse con él, pero éste huyó dejando en sus manos la ropa. Esa actitud lo llevó a la cárcel, pero también a su grandeza. Dios honró su templanza levantándolo como el más grande después del faraón. La pregunta que le hizo a la mujer tentadora, que demostró su dominio propio, es digna de ser vivida: "¿cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios?" (Génesis 39:9-12).