Por muchos años en nuestras vidas somos temerosos a triunfar. Y así, después de esperar tanto, un día como cualquier otro, decidirnos a triunfar.
Decidimos no esperar a las oportunidades, sino nosotros mismos buscarlas.
Decidimos ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución.
Decidimos ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis.
Decidimos ver cada noche como un misterio a resolver.
Decidimos ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrimos que nuestro único rival no era más que nuestras propias debilidades y que ésta era la única y mejor forma de superarnos.
Descubrimos que no éramos nosotros los mejores y que quizá nunca lo fuimos.
Nos dejó de importar quién ganara o perdiera; ahora nos importa simplemente sabernos mejor que ayer.
Aprendimos que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aprendimos que el mejor triunfo que podemos tener, es tener el derecho de llamarle a alguien “amigo”.
Descubrimos que el amor es más que un simple estado de enamoramiento: “el amor es una filosofía de vida”.
Aquel día dejamos de ser un reflejo de nuestros escasos triunfos pasados y empezamos a ser nuestra propia tenue luz de este presente.
Aprendimos que de nada sirve ser luz si no vamos a iluminar el camino de los demás.
Aquel día decidimos cambiar tantas cosas; aquel día aprendimos que los sueños son solamente para hacerlos realidad; desde aquel día ya no dormimos para descansar, ahora simplemente dormimos para soñar.
DEDICADO A TODAS AQUELLAS PERSONAS TUVIERON LA VALENTÍA Y EL CORAJE DE DARLE UN VUELCO A SUS VIDAS, EL DIA QUE TOMARON LA DECISIÓN DE CAMBIAR.
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