Cuando empezamos a decidir por nosotros mismos, surge la perspicacia. Decidir significa correr riesgos, decidir significa que podemos equivocarnos; quien sabe, ése es el riesgo. ¿Quién sabe lo que va a pasar? Ése es el riesgo, no hay garantía.
Con lo viejo, lo pasado existe una garantía. Millones y millones de personas ya lo han seguido. ¿Cómo puede equivocarse tanta gente? Ésa es la garantía. Si tanta gente ha dicho que es bueno, así debe ser.
Corramos todos los riesgos que se necesitan para ser individual, aceptemos los desafíos para que éstos nos hagan perspicaces, para que nos aporten la brillantez e inteligencia necesaria.
La verdad no es una creencia, es en esencia inteligencia absoluta. Es un fogonazo del origen oculto de nuestra vida, es una experiencia iluminadora de nuestra conciencia. Pero tendremos que aportar el espacio adecuado para que esto ocurra. Y ese espacio adecuado es aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos. No neguemos nada, no nos dividamos, no nos sintamos culpables.
DEJEMOS SALIR A NUESTRO YO INTERIOR, QUE ALUMBRE COMO LUNA LLENA EN NOCHE CLARA Y DESPEJADA, BRILLANTE Y LUMINOSA.
Me encanta esa metáfora: "Dejemos salir a nuestro yo interior, que alumbre como luna llena..."
ResponderEliminarSin embargo, saber lo que verdaderamente somos es un tanto difícil, mediatizados como estamos por el aprendizaje, los convencionalismos, la creencias...
Más, hay que atreverse a explorar y a encontrar ese interior personal real.
Odette