Cuando decidimos Ser olvidamos por completo los caprichos de la mente en su obstinado afán por convertirnos en su esclavo, potenciamos nuestra energía transformando la ansiedad en mera sutileza, flotamos por el aire ante la imperceptible presencia de una suave brisa, nos despertamos sonrientes y nos dormimos en paz, celebramos que estamos vivos y plenamente presentes para disfrutar de un nuevo día, nos deleitamos y maravillamos de la creación manifestada en cada pequeña cosa que existe a nuestro alrededor, somos partícipes directos y activos del continuo movimiento que sucede ante nuestros ojos, bailamos la danza del Universo al compás del latir de nuestro corazón contento.
Cuando decidimos Ser nos aceptamos, nos conviertes en el único responsable de nuestro presente, nos dejamos llevar por la aguda certeza de la Intuición, nos convertimos en un experto en cualquier arte, desbordados de alegría y nuestra luz encandece a todo aquel que se topa con nosotros en su camino.
Cuando decidimos Ser, sabemos con total seguridad que somos capaces de bajar las estrellas con tan solo estirar nuestras manos, podemos unir el cielo con el mar, pues nuestro Amor mueve montañas, hacemos vibrar la tierra entera y desbordamos energía infinita hacia la totalidad de la existencia.
Cuando decidimos Ser, fluimos en la más divina de las oleadas de gracia, como si un soplido de Dios fuera el que impulsa la vela del barco que timoneamos totalmente seguros de cuál es nuestro destino, conocemos el camino pues se nos hace conocido, ya no hay sorpresas para nosotros y nada nos perturba, nos hemos quitado el velo que nos mantuvo dormidos tanto tiempo.
En la más mansa calma reside nuestro mayor fuerza, la paciencia es nuestro espada y la armonía nuestro escudo, no existe nada que se nos resista, no hay lugar para las dudas ni espacio alguno que deje entrar la más mínima inseguridad, el ojal de una aguja es más grande que nuestro Ego, logramos movernos como el viento y nuestro paso por donde sea que andemos jamás pasará desapercibido, dejaremos huella en todo aquel que tenga la gracia de nuestra presencia y sabremos con una extrema e inmensa exactitud que nuestra misión es el Amor.
Cuando decidamos Ser, nuestra visión se hace clara, nuestro horizonte es el infinito y nuestra energía será el inagotable manantial que abastece el motor que impulsa nuestra Alma, sabremos todo lo que queremos y llenaremos de grandeza hasta la más mísera pequeñez, seremos la antorcha que dé luz a quien deambule por las tinieblas, seremos la fuerza, la brújula, el modelo, la guía y el sendero mismo, seremos el camino y el paisaje, el cielo y la tierra, el día y la noche, el sol y la luna, aire y fuego, luz y oscuridad, seremos todo en la unicidad y con el todo nos fusionaremos para convertirnos íntegramente en el Universo mismo, seremos la completitud y la integración, seremos faro en alta mar y nuestra luz irradiará tan fuerte que deslumbraremos a los visitantes que pretenderán arribar al estado en el que nuestros brillamos.
Cuando decidamos Ser, seremos costa de infinitos mares, valles de toda montaña y oasis de todo desierto, como un sabio amaremos al silencio y como un Romeo enamorado sabremos que no hay vida sin Amor y que la vida es el Amor y en nuestra representación más viva de la alegría de vivir seremos capaces de dar Amor en inagotable medida y sin fronteras mentales que nos impidan cruzar heroicos cualquier valioso intento por dar aquello que nos fue dado.
Cuando decidimos Ser indefectiblemente decidimos Dar, no hay camino de retorno, no hay equívocos ni dilemas, no hay engaños ni dualidad, Ser es tan sublime que todo lo demás se vuelve una vil mentira, una cruel ficción digna de ser abandonada más rápido de lo que parpadeamos, al fin abrimos nuestros ojos a la única realidad posible, a la realidad en la que Somos lo que hemos venido a Ser, y sin dudarlo un instante Damos continuadamente sin esperar a cambio.
Cuando decidimos Ser, decidimos tomar al fin la mejor decisión de nuestro vida y condicionamos todo lo demás a nuestro nuevo nacimiento, damos lugar a lo autentico y esencial que habita en nosotros y ponemos luz a las sombras hacinando de cada uno de nuestros momentos nuestro mejor, único e irrepetible momento, hacemos de nosotros un instrumento de Amor, un medio para que fluya la eterna gracia divina a la que hemos de despertar cuando decidamos Ser.
Cuando decidimos Ser nos aceptamos, nos conviertes en el único responsable de nuestro presente, nos dejamos llevar por la aguda certeza de la Intuición, nos convertimos en un experto en cualquier arte, desbordados de alegría y nuestra luz encandece a todo aquel que se topa con nosotros en su camino.
Cuando decidimos Ser, sabemos con total seguridad que somos capaces de bajar las estrellas con tan solo estirar nuestras manos, podemos unir el cielo con el mar, pues nuestro Amor mueve montañas, hacemos vibrar la tierra entera y desbordamos energía infinita hacia la totalidad de la existencia.
Cuando decidimos Ser, fluimos en la más divina de las oleadas de gracia, como si un soplido de Dios fuera el que impulsa la vela del barco que timoneamos totalmente seguros de cuál es nuestro destino, conocemos el camino pues se nos hace conocido, ya no hay sorpresas para nosotros y nada nos perturba, nos hemos quitado el velo que nos mantuvo dormidos tanto tiempo.
En la más mansa calma reside nuestro mayor fuerza, la paciencia es nuestro espada y la armonía nuestro escudo, no existe nada que se nos resista, no hay lugar para las dudas ni espacio alguno que deje entrar la más mínima inseguridad, el ojal de una aguja es más grande que nuestro Ego, logramos movernos como el viento y nuestro paso por donde sea que andemos jamás pasará desapercibido, dejaremos huella en todo aquel que tenga la gracia de nuestra presencia y sabremos con una extrema e inmensa exactitud que nuestra misión es el Amor.
Cuando decidamos Ser, nuestra visión se hace clara, nuestro horizonte es el infinito y nuestra energía será el inagotable manantial que abastece el motor que impulsa nuestra Alma, sabremos todo lo que queremos y llenaremos de grandeza hasta la más mísera pequeñez, seremos la antorcha que dé luz a quien deambule por las tinieblas, seremos la fuerza, la brújula, el modelo, la guía y el sendero mismo, seremos el camino y el paisaje, el cielo y la tierra, el día y la noche, el sol y la luna, aire y fuego, luz y oscuridad, seremos todo en la unicidad y con el todo nos fusionaremos para convertirnos íntegramente en el Universo mismo, seremos la completitud y la integración, seremos faro en alta mar y nuestra luz irradiará tan fuerte que deslumbraremos a los visitantes que pretenderán arribar al estado en el que nuestros brillamos.
Cuando decidamos Ser, seremos costa de infinitos mares, valles de toda montaña y oasis de todo desierto, como un sabio amaremos al silencio y como un Romeo enamorado sabremos que no hay vida sin Amor y que la vida es el Amor y en nuestra representación más viva de la alegría de vivir seremos capaces de dar Amor en inagotable medida y sin fronteras mentales que nos impidan cruzar heroicos cualquier valioso intento por dar aquello que nos fue dado.
Cuando decidimos Ser indefectiblemente decidimos Dar, no hay camino de retorno, no hay equívocos ni dilemas, no hay engaños ni dualidad, Ser es tan sublime que todo lo demás se vuelve una vil mentira, una cruel ficción digna de ser abandonada más rápido de lo que parpadeamos, al fin abrimos nuestros ojos a la única realidad posible, a la realidad en la que Somos lo que hemos venido a Ser, y sin dudarlo un instante Damos continuadamente sin esperar a cambio.
Cuando decidimos Ser, decidimos tomar al fin la mejor decisión de nuestro vida y condicionamos todo lo demás a nuestro nuevo nacimiento, damos lugar a lo autentico y esencial que habita en nosotros y ponemos luz a las sombras hacinando de cada uno de nuestros momentos nuestro mejor, único e irrepetible momento, hacemos de nosotros un instrumento de Amor, un medio para que fluya la eterna gracia divina a la que hemos de despertar cuando decidamos Ser.
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