jueves, 16 de junio de 2011

CONOCER EL DOLOR. Reedición

Nuestro dolor es la eclosión de la envoltura que encierra nuestro entendimiento. De igual modo que la semilla del fruto debe romperse para que su corazón salga al sol, así nosotros debemos conocer el dolor.
 

Y aunque lográramos mantener nuestro corazón extasiado ante los milagros cotidianos de la existencia, no nos parecería nuestro dolor menos maravilloso que nuestro gozo. Y entonces aceptaríamos las estaciones de nuestro corazón como siempre habemos aceptado las estaciones que pasan sobre nuestros campos.
Y serenos velaríamos en los inviernos de nuestro dolor.
 

Muchas de nuestras aflicciones las habemos escogido nosotros mismos. Son el remedio amargo con que el médico que todos llevamos dentro cura nuestras enfermedades. Por tanto, confiemos en el médico y bebamos su remedio en silencio, tranquilamente.
 
 


Porque su mano, aunque dura y pesada, está guiada por la mano tierna del invisible. Y la copa que brinda ha sido modelada aunque queme nuestros labios, con la arcilla que el Alfarero humedeció con sus propias lágrimas sagradas en el principio de los tiempos.
 

ACEPTEMOS QUE NO TODO EN NUESTRA VIDA ES DULCE, QUE COMO EXTREMOS DE LO MISMO DEBEMOS CONVIVIR Y ACEPTAR LA AMARGURA DEL DOLOR.


1 comentario:

  1. Resulta muy poético y esperanzador, ver el dolor como contínuo de la dulzura, y la alegría. Aceptando al mismo tiempo que muchas tristezas y dolores las habemos escogido conciente o inconcientemente, cada uno de nosotros.

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