Hoy quiero cerrar mis ojos y abrazarte con el alma, decirte cuánto te quiero, sentir que a mi lado estás, toda senda que recorro con tu recuerdo se ensalma; se va perfumando el aire aunque ya no volverás.
Me regalaste tu risa, tu magia, tu corazón, borrando tanta tristeza me enseñaste el amor. Tomaste un día mi mano para darme una ilusión, esa que hasta hoy conservo colmada de tu calor.
Hoy sigo tu misma huella, camino el mismo sendero, aquella amarga partida he aprendido a soportar, cómo quisiera, papá, esta noche ser lucero, para subir hasta el cielo y tus pupilas besar.
Besarte con la ternura que siempre tú me besaste, cobijarte con mis brazos y cuidarte como un niño. Si supieras cuanto agradezco todo lo que me enseñaste y bordo cada recuerdo tuyo con infinito cariño.
Aunque muy poco compartimos siempre supiste adorarme, padre, hoy en este día mi amor te quiere cantar, acaricio el firmamento intentando imaginarme que sin medir las distancias te alcanzo a acariciar.
Vives feliz entre ángeles y entre estrellas luminosas, mirándome con amor aún desde el más allá, mientras que yo en este mundo busco palabras hermosas para poder expresarte: ¡cuánto te extraño, papá!
La misericordia de Dios es infinita. Poder ver a quienes quisiste de nuevo es de Dios querer. Muy emocionante y autobiografico escrito. Gracias por compartir.
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