martes, 27 de septiembre de 2011

¿QUE ES LA ORACIÓN? NOTA REEDITADA

Hace ya algún tiempo atrás leí una reflexión (no recuerdo el autor) acerca de lo que siempre queremos o deseamos en nuestras oraciones constantemente. Parece contradictorio pero si observamos con profunda atención puede esconder una gran verdad. No es que sea equivocado desear o querer alcanzar algo; es la cualidad que le impregnamos a esos deseos. 


No tendremos lo que pedimos, ni podremos tener nada de lo que queremos. Y ello por que nuestra propia petición es una afirmación de nuestra carencia, y el decir que queremos una cosa únicamente sirve para producir esa experiencia concreta -la carencia- en nuestra realidad. 

Por lo tanto, la oración correcta no es nunca de súplica, sino de gratitud. 

Cuando damos gracias a Dios por adelantado por aquello que habemos decidido experimentar en nuestra realidad, estamos efectivamente reconociendo que eso está ahí... en efecto. La gratitud es, pues, la más poderosa afirmación dirigida a Dios; una afirmación a la que habrá contestado incluso antes de que la formulemos. 

Así pues, no supliquemos nunca. Antes bien, agradezcamos. 

Pero es necesaria también una gran madurez, un compromiso y seriedad en la manera como nos dirigimos en la vida. No podemos jugar con nuestros deseos, como si pudieran realizarse instantáneamente. De otro modo estaremos afirmando con eso que no tienen validez, que no son verdaderos. 

Mantener nuestros deseos en el tiempo, ser constantes y perseverantes. Nuestras acciones deben ser un fiel reflejo de lo que queremos lograr. Existe acaso mejor demostración de lo que en verdad deseamos si hemos actuado en consecuencia.

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