sábado, 6 de agosto de 2011

DAR ES DAR DE CORAZÓN

Ya he escrito en DESDE EL TINTERO sobre el tema de DAR y RECIBIR, en esta oportunidad quisiera llevarles algo que se relaciona con este tema y es una pequeña historia que alguien conto en una oportunidad y que recuerdo cada vez que tengo que compartir algo de mi con los demás y que marco en mi vida el sentimiento de DAR DE CORAZÓN. 


Hubo una vez un mendigo que estaba tendido al lado de la calle. Vio a lo lejos venir al rey con su corona y capa. “Le voy a pedir, de seguro me dará bastante”, pensó el mendigo y cuando el rey pasó cerca, le dijo:
 

Su majestad, me podría por favor regalar una moneda, (aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho más).

El rey le miró y le dijo:

¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy yo tu rey?

El mendigo no sabía que responder a la pregunta, y dijo:

Pero su majestad… ¡yo no tengo nada!

El rey respondió:

Algo debes tener….! Busca!

Entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó cinco granos de arroz, y se los dio al rey.

Complacido el rey dijo:

¡Ves como si tenías!, y le dio cinco monedas de oro, una por cada grano de arroz. El mendigo dijo entonces:

Su majestad…, creo que acá tengo otras cosas, pero el rey no hizo caso y dijo:

Solamente de lo que me has dado de corazón, yo te puedo dar.
 

Recordemos que existe la Ley de Dar y Recibir.

“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos. De lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

Cuando, pues, hagas obras de misericordia, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. De cierto os digo que ellos ya tienen su recompensa.

Pero cuando tú hagas obras de misericordia, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, de modo que tus obras de misericordia sean en secreto.
 
Y tu Padre que ve en secreto te recompensará.” Mateo 6:1-4.

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