Algunas vienen bellamente envueltas y otras, quién sabe Dios cómo. Algunas han sido maltratadas en el correo; otras llegan flamantes y sin una arruga; Algunas llegan encerradas como ostras escondidas en sus valvas, otras se transparentan en su envoltura.
A veces los regalos se abren fácilmente, otras, se necesita la ayuda de alguien para poder abrirlos. Tal vez es por que tienen miedo. Quizá hayan sido heridas antes y no quieren ser lastimadas de nuevo.
Puede ser que alguna vez se abrieron y luego se encerraron. Quizá ahora se sienten más bien como "cosas" que como "seres humanos". Yo soy una persona.
Como todas las demás personas, también soy un regalo. Dios me lleno de una bondad que es solo mía. Y, sin embargo, algunas veces tengo miedo que mirar dentro de mi envoltura. Tal vez temo decepcionarme: quizá no confío en lo que llevo dentro. O pudiera ser que en realidad, nunca he aceptado el regalo que soy. Cada encuentro y comunicación entre personas, es un intercambio de regalos.
Mi regalo soy yo y tú eres tu regalo. Somos obsequios unos para otros.
Un abrazo
Eso de compartir nuestras intimidades con extraños es en extremo viejo, más que las redes sociales y que las computadoras mismas. Por ejemplo, y ojo lo que viene no es una discusión sobre religión, pero creo que todos los que pertenecemos a este grupo y leemos el BLOG nacimos Católicos y éramos practicantes formales (algunos aún los son) así que todos sabemos uno de los aspectos implícito en la confesión, compartir nuestras intimidades (la peor parte de ellas) con un sacerdote. No todos los católicos están cómodos con esta idea y muchos buscaron soluciones a esta incomodidad como irse a confesar en una parroquia distinta a la nuestra pero otros optaron por, o mejor dicho, inventaron "confesarse a Dios directamente", es decir, no eran capaces de enfrentarse a otra persona con sus intimidades tanto más si la confesión era cara a cara en lugar de ser en el confesionario, otros descartaron la confesión por completo, otros cambiaron a una religión donde no hay que confesarse y otros abandonaron la idea de religión por completo (no estoy metiendo en este paquete a los que dejaron la religión porque sinceramente dejaron de creer en ella o en Dios).
ResponderEliminarEl asunto es que muchas personas no son capaces de compartir intimidades con familiares, amigos o conocidos porque saben que en cierta medida serán juzgados por esas personas y tienen temor al juicio que sobre ellos se formulará. Los "amigos sin rostro" también se formularán juicios sobre lo que se les diga (información muy limitada) pero quien así comparte sabe que esos juicios nunca serán enfrentados.
Mi opinión final es que quienes tienen la necesidad de compartir intimidades solo con "amigos sin rostro" tienen un problema de personalidad serio cual es la falta de autenticidad. Son las personas con infinitos secretos que llevan "vida oculta".