Nuestra mente es inconstante y huidiza, vuela
tras cualquier fantasía y es difícil de contener. Pero es un gran bien
contenerla. El dominio de la mente conduce y nos lleva por el camino a la
felicidad.
Nuestra mente es invisible, sutil y
caprichosa. Sin embargo aquel que es sabio la domina, pues el dominio de la
mente conduce y nos lleva por el camino a la felicidad.
Ella es incorpórea y oculta tras el misterio
de la conciencia, Ella, la mente, vuela lejos. Aquel que es sabio aplaca sus
pensamientos y termina con el peregrinar de la mente. Sentado en la armonía, se
libera de la esclavitud de la mente.
Aquellos cuya mente es desordenada, que no
conocen el sendero de la Verdad, cuya fe y cuya paz son constantemente
alteradas, nunca alcanzarán la sabiduría.
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