martes, 6 de marzo de 2012

LA ESENCIA DEL YO.

La verdadera esencia habita en el “Yo Soy”, nada más puede ser real excepto nuestro propio Ser, que es el autentico origen de todo lo que existe, y por ello a todo lo contiene y todo lo conoce.


Nos hacemos infinidad de preguntas, nuestra mente busca satisfacer innumerables deseos y nos perdemos en la densa niebla de la confusión. La única pregunta que debe existir es ¿Quién soy Yo?, pues todo lo demás se desprende de esa única realidad, de la realidad de Ser esencial.

Todo está contenido en esa única verdad, y así como el origen de todo reside en lo Supremo, así nuestro propio Yo es lo supremo en sí mismo. Si no centramos la atención en la importancia de éstas palabras probablemente lo que acabo de decir resulte un trabalenguas, decodifiquemos éste mensaje con el corazón y no con la mente.

De lo único que podemos estar seguros es que somos lo que somos. El Ser ya se manifiesta en nosotros y lo que es, es. Si partimos de la premisa en donde la realidad suprema ya se manifiesta en cada uno de nosotros, solo resta la aceptación, pues no hay más preguntas que formular. ¿Acaso buscamos a Dios? Pues bien, respondamos al “¿quién soy yo?” y comprenderemos que hemos estado buscando en vano. El origen nos contiene y nos define tanto como nosotros lo contenemos a él; y es por ello que poseemos una atemporal capacidad creadora (fuimos hechos a su imagen y semejanza).

La idea de que simplemente somos “una persona” limita nuestra capacidad para ir más allá de las fronteras de la dualidad. Nos atascamos en la trampa del tiempo y lo Supremo o lo Divino se escinden de la esencia, aunque solo a un nivel mental. Claro que si es la mente la que nos conduce veremos esa escisión como “real”, cuando en cambio solo es tan aparente como la posibilidad misma de que seamos “una persona”.

Cuando la mente se enreda en el mundo de las ideas superfluas el desarrollo del Ser es más básico y los niveles de comprensión son muy bajos. La unión entre la materia y el espíritu no son concebidas como posibilidad y es entonces cuando se deambula por la senda de la dualidad, de la duda. Volvemos al comienzo, la verdadera esencia habita en el “Yo Soy” y la búsqueda de razones para demostrar esto simplemente nos aleja de la realidad, pues solo cabe lugar para la aceptación de lo que “ya es”. No hay lugar para la búsqueda, mucho menos para las justificaciones absurdas con las que intentamos explicar el fenómeno esencial de lo Supremo como algo que se encuentra “por encima” de nosotros. No está por encima, sino por dentro.

Quien afirme que es simplemente un cuerpo, se valdrá de él para escindirse de lo Supremo; quien cree que es simplemente una mente, se valdrá de ella para escindirse de la Esencia. Quien se perciba como materia permanecerá escindido pues la materia es solo una cara de la moneda. Quien se perciba como espíritu materializado descubrirá en sí mismo lo Supremo. Aquella mota de polvo (polvo eres y en polvo te convertirás) cuya manifestación dio origen a la materia ha recubierto nuestra Alma, que es esencia pura y sublime, y nos ha encomendado una misión en la tierra, la de descubrir nuestra divinidad quitando el polvo que recubre a los ojos del corazón (el que tenga ojos para ver que vea).

El deseo y la necesidad de experimentar son estados penosos de conciencia en los que atravesamos las “crisis de identidad” con la esencia. No sabemos concretamente que estamos en crisis pero, en efecto, los deseos son el punto de partida de la ilusión, y por tanto de lo irreal, y la experiencia no es más que deseos conquistados. Cuando la ilusión choca con lo real (esencial preexistente) la crisis llega a su resolución a través de la frustración. Nos creemos capaces de alterar el curso de la realidad y nos esforzamos por crear interferencias en ella sin comprender que ella YA ES, y lo mismo hacemos con el YO, nos empecinamos en querer disfrazarlo con innumerables ropajes en múltiples personalidades, siendo que el YO también YA ES.

La necesidad de cambiar para vernos diferentes a los demás es el principal obstáculo para que el YO auténtico se manifieste. Somos nuestro propio obstáculo, así es. La ausencia de conciencia y la obstinación por convertirnos en lo que no somos anula nuestra innata capacidad para disfrutar de la vida como seres fundidos a ella y como creadores al mismo tiempo.

Para hallar al YO comencemos por despojarnos de todo lo que no somos, entendamos primero lo que “NO SOY” y, cuando nada ajeno a la esencia quede ya, solo permanecerá el auténtico “YO SOY”. Eso es descubrir, reflexionemos sobre esto: “DES-CUBRIR”. El YO está “cubierto de muchos “NO YOES”, sepultado debajo de las infinitas máscaras de des-identificación. De seguro nunca habíamos pensado en que “descubrir” era quitar lo que cubre de manera que salga a la luz lo que se oculta dentro o debajo. Por ahí debemos empezar, despojándonos de lo que no somos, de los “excesos”. Hemos de vaciarnos primero para crear el espacio adecuado y colmarnos luego de Ser, tal cual la respiración nos lo enseña con la simpleza y sencillez del ir y venir del aliento.

Debemos aprender a escuchar al propio ser, a obedecerle, a respetarlo y a amarlo. Él es nuestro mejor guía, nuestro maestro interior. Comprender el lenguaje del silencio interior es hallar la paz y la armonía que tanto anhelamos, es dar un nuevo nacimiento al “YO SOY”, es “Creer Ser”. Siempre afirmo que la única creencia que debe permanecer es la de Ser, las demás creencias son solo ideas ajenas provenientes del exterior. Cree Ser.

Confiemos, prestemos atención, pongamos interés en nuestro interior si lo que queremos es conocernos. Sin interés, sin atención y sin confianza no hay conocimiento, no hay aceptación. ¿Cómo puede uno aceptar aquello en lo que no confía, en lo que no llega a conocer? Si queremos ser nosotros mismos, conozcámonos y aceptémonos. Y si ello nos resulta difícil, paciencia. Quien no es paciente y sereno nunca podrá escuchar al silencio hablar; quien no pone de manifiesto su “real necesidad de volver a casa”, no será capaz de descubrir nada, pues solo busca más distracción.

Es preciso fijar la atención en aquello que anhelamos, en lo que queremos comprender. Si queremos “SER”, pues debemos conocernos y solo yendo hacia el interior eso será posible. Si en verdad lo queremos pongamos toda nuestra atención en ello y cuando establezcamos un vínculo sincero con el “YO SOY” desintegraremos nuestra necesidad de creencia, la que se consumirá en el ardiente fuego de la comprensión.

1 comentario:

  1. gracias por compartir algo tan edificante por que hoy empiezo a ser mejor cada dia puesto que cada dia esperaba por ese regalo prometido y no me daba cuenta que ese regalo ha estado siempre con migo lo que me acavo de dar cuenta es que ese rega era yo vuelvo y le repito gracias por que de hoy en adelante voy a disfrutar de mi mejor regalo yo
    que diops lo bendiga siempre

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