martes, 26 de marzo de 2013

LA PALABRA ES NUESTRA JOYA MAS PRECIADA


Algunas personas son superficiales al contraer sus compromisos, sin tomar en cuenta con que confianza lo toman las demás personas: “Te llamaré mañana”, “Nos vemos la semana próxima”. La mayoría de la gente quiere creer que esos compromisos “casuales” no cuentan para aquellas a quienes se lo dicen. Pero eso no es cierto. Siempre que damos nuestra palabra, ella en si misma cuenta. Pero la mayoría la dan (su palabra) con demasiada frecuencia. Nuestra palabra es un bien precioso y debería ser considerada como tal.


Imaginemos que los compromisos verbales son como joyas preciosas. Cuando nos comprometemos, los otros poseen la joya. Si respetamos el compromiso, ésta vuelve a su dueño. Si no mantenemos la palabra, la joya desaparece para siempre. También es así si
formulamos el compromiso con nosotros mismos.

Si sostenemos esta imagen de la joya cada vez que damos nuestra palabra, seremos más cuidadosos y diría además cautelosos.

Esta imagen de la palabra como joya no es una metáfora, es una verdadera realidad. Nuestra palabra es una joya preciosa: cada vez que la damos, nos arriesgamos a perderla. No corramos ese riesgo.

Bien lo dijo Napoleón Bonaparte en una oportunidad "La mejor forma de cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás."

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