El gran cambio
que todos esperamos para el 2012, ese final del que poco se sabía pero que
tanto se hablaba ya ha comenzado a suceder desde hace un tiempo. Quizá no como
un final de esos en donde algo acaba, en donde se llega a un límite a partir
del cual ya nada más existe, sino un final que tiene más que ver con una gran
trasformación. La trasformación del hombre psicofísico, egoísta, materialista,
avaro y cruel, en un Ser más consciente ávido de conocimiento del Sí Mismo y
cada vez más interesado en el mundo interior que en el exterior.
Si esto no es
una enorme trasformación, díganme, ¿Qué lo es entonces?
Si esto no es el
paradigma del cambio, díganme, ¿Qué lo es entonces?
Este tránsito
hacia el auto-descubrimiento y hacia el auto-conocimiento se manifiesta en
diversos niveles y a diferentes ritmos, todos ellos en consonancia con el grado
de evolución de cada ser humano. Para los más escépticos todo se reducirá a “una extraña sensación de que algo pasa,
pero no sé qué”, mientras que para quienes ya están más afinados con la
energía interna todo se convertirá en “un
maravilloso y constante proceso evolutivo de la conciencia en continua
expansión”. Sea cual sea el lado en el que nos encontremos en esta historia
seremos una parte fundamental de ella, como lo ha sido siempre la humanidad, al
menos desde que existe registro de ello, en todo el camino evolutivo infinito
que transitamos.
No somos más
importantes que civilizaciones anteriores, ni que generaciones precedentes en
cuanto a nuestro rol en este proceso, tampoco lo somos menos, somos un eslabón
más de esta cadena interrumpida de momentos presentes, eternos momentos
presentes. Si estábamos esperando algo espectacular para el 2012, pues eso ha
sucedido, a pesar de que no lo ha hecho según nuestras expectativas. Ha
sucedido que aún seguimos siendo parte de este infinito recorrido de la
existencia por la senda de la eternidad. ¿Nos
parece eso poco espectacular? El comienzo de una nueva etapa para quienes
hoy formamos parte de esta maravillosa historia ya ha acontecido. El
resurgimiento de una desgarradora sed de paz interior poco a poco se está
instalando en el corazón de cada ser humano, y resultará inevitable que la
conciencia se abra paso hacia la evolución, pues ningún ser humano es capaz de impedir
tal magnificente designio universal.
No es poca cosa
que seamos el canal a través del cual esta poderosa intención divina encuentre
sus causes hacia el océano de la eternidad. ¿Acaso un río que fluye raudo y apresurado a su encuentro con el mar no
le debe su fluir a sus cauces? Y esto es lo que somos en esta maravillosa
experiencia de la incesante transformación de lo invisible. Somos el propio
camino que recorre la conciencia toda, conciencia que nos busca un destino
final, que no conoce finales así como tampoco es posible atribuirle principio.
Conciencia que sabe de la importancia de caminar disfrutando del camino, sin
importar nada más. Porque no existe destino para lo que es infinito, pues lo
infinito se recrea constantemente en completo desconocimiento de tiempo y
lugar.
Si aún somos de
los que piensan que hemos de morir algún día, comprendamos que no es el Ser sufrido
y paciente de la muerte, solo es el cuerpo asequible para ella. ¿Cómo podría el Ser infinito morir cuando
jamás ha nacido? ¿Es acaso la conciencia eterna y sabia que late en el interior
de cada ser humano compatible con un sentimiento acotado por el tiempo? ¿Qué
sabe el ser de tiempos cuando es un destello de la propia eternidad
desconocedora de todo límite?
Y así es como la
mente nos engaña con sus ardides respecto al tiempo, porque creemos que
pertenecemos a calendarios, a relojes, a principios y a finales, más en esa
falsa creencia depositamos todas nuestras ilusiones en un simple número que no
es más que un esclavo de su propia inexistencia. Y esta vez le tocó al 2012. Ya
le había tocado al 2000, de seguro al 1900, y vaya a saber a cuantos otros
números más. Hasta nos dimos el lujo de acotarlo aún más en esta ocasión y
reducimos el sueño de un final al 21-12-2012. ¿Qué son los números de un calendario sino los meros símbolos del vil
deseo humano por querer conquistar el tiempo, tiempo que es producto de su
propia imaginación? ¡Un completo sin sentido!
Pero no es el
tiempo lo que anhela ser conquistado por el hombre, sino aquello que es
atemporal, que es eterno y que “infinitamente
es”. Esa conciencia pura de Ser que habita en el interior de cada uno de
nosotros es como el océano que espera con sus brazos abiertos a infinitos ríos.
Y qué son los ríos sino gotas de vapor de ese propio Océano que, en ánimos de
grandeza, se han desprendido de su fuente en busca de significado para luego de
ser amenazadas por rigurosas tormentas eléctricas y sacudidas por huracanados
vientos de desesperanza, vuelven al encuentro con su origen a pasos
agigantados.
No es posible medir
aquello que no conoce las formas, que no es esclavo del tiempo. Porque eso que
tanto ignoramos en cada fútil intento por separarnos de nuestra propia fuente es
creador de principios, más no conoce principio, más es testigo de la
existencia, y nada tiene que ver con lo que existe. Cuando comprendamos que somos parte inseparable de aquella fuerza que
tildamos de desconocida tan solo porque la hemos ignorado, nos sentiremos como
aquellos ríos que, tras dejar su romance con el tiempo, corren desesperados al re-encuentro
con lo que en verdad son, un infinito océano de totalidad que fluye
eternamente.
La transformación espiritual es transformarse desde su interior hasta su exterior. Es el hecho de enfrentar las consecuencias y obstáculos de esta vida con Amor y con Fe.
ResponderEliminarLA TRANSFORMACION es un proceso que lleva a un cambio total en la interpretación y comprensión del propio yo y la finalidad de la vida, con ella logramos una NUEVA VISION DE LA REALIDAD, lo que nos pone en condiciones de poder reconocer e interpretar - sin ideas preconcebidas - un objeto, una persona o un problema
Ser coherente, significa SENTIR, PENSAR y ACTUAR, en la misma línea, propósito o dirección. y no es otra que dejarnos guiar por nuestro ser interno porque de alli es que proviene nuestra conexion con esa maravillosa fuente en donde tenemos todas las respuestas y si nos miramos bien adentro de alli proviener la verdadera transformacion...