”Sucesos inesperados, imprevistos,
circunstancias que no se pueden prever con anterioridad, acontecimientos que se
suceden sin haber sido planeados, azar, eventualidades, coincidencias o
situaciones que van más allá de nuestra comprensión”. Frases
como estas son las que encontramos en los diccionarios para definir la
CASUALIDAD.
La vida del ser humano está llena de
incógnitas desde el nacimiento hasta la muerte; todo lo que le ocurre a uno
mientras vive ¿por qué ocurre?
Las personas llegan a nuestras vidas por una
razón, una temporada o para toda la vida.
Cuando una persona
llega a nuestras vidas por una razón, es para cumplir con algún deseo o
necesidad que nosotros tengamos o hayamos expresado. Llegan para ayudarnos a
atravesar una dificultad, para hacer de guía y soporte, ya sea físico, mental o
espiritual.
Pareciera ser alguien que envió Dios, y ¡lo
es! Es por esa razón que nosotros lo necesitábamos y llega. Después, sin que
nada malo suceda o sin que ocurra ningún inconveniente específico, esta persona
hace o dice algo para que la relación no continúe y se rompa. A veces se muere.
A veces se aleja, y a veces hace algo para que tú te alejes.
Lo que debemos entender es que nuestra
necesidad fue satisfecha, nuestro deseo se cumplió, su trabajo está hecho. La súplica
que pedimos fue escuchada y cumplida, y ahora es tiempo de seguir adelante.
Cuando una persona
llega a nuestra vida por una temporada, es para compartir, crecer y aprender. Esa
persona puede traernos un período de paz, o simplemente hacernos divertir. ¡Créelo!
¡Es Verdad! Pero esto es sólo por una temporada.
Las relaciones para
toda la vida enseñan lecciones de vida. Cosas que debemos establecer para crecer
con una sólida base emocional. Nuestro trabajo es aceptar la lección, querer a
esa persona, y usar eso que aprendimos en todas las amistades y ámbitos de la
vida.
Una misma persona puede ser una razón, una temporada
o toda la vida, depende de quién sea la persona a la cual se acerque.
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