La
juventud no es una época de la vida; es un estado de ánimo. No es sólo mejillas
rosadas, labios encarnados y articulaciones flexibles; es un temperamento de la
voluntad, una cualidad de la imaginación; un vigor de las emociones; es la
frescura de la Primavera profunda de la vida.
Juventud significa el predominio del valor sobre la
Timidez en el carácter; del apetito de la aventura sobre el amor al Ocio. Ello
reviste más valor en un hombre de cincuenta años que en un niño de veinte.
Nadie
envejece por haber vivido un mínimo determinado de años. Sólo se envejece cuando
se abandonan los ideales. Los años arrugan la piel, más solo el abandono del entusiasmo
arruga el Alma. El pesar, la duda, la propia desconfianza, el miedo a la desesperación,
son los años que encorvan el corazón y conducen al espíritu floreciente a las
sombras.
Ya se
tenga dieciséis o sesenta, siempre existe en cada corazón humano el impulso a
la maravilla, el suave asombro ante las estrellas; el desafío a los
acontecimientos, el apetito infantil y jamás desmentido por lo venidero y la
alegría de vivir.
Uno es
tan joven como su fe, tan viejo como sus negaciones, tan joven como la
confianza en sí mismo, tan viejo como su temor; tan joven como su esperanza,
tan viejo como su desesperación.
En el
lugar central del corazón hay un árbol siempre floreciente: se llama amor. Mientras
este árbol tenga flores, el corazón es joven; si se muere, se torna viejo.
En el
lugar del corazón hay un conjunto de vibraciones; mientras en ellas se reciban mensajes
de Fe y Belleza, de Esperanza y Alegría, de Fuerza y Grandeza, de Valor y Poder
desde la Tierra, desde el Hombre y desde el Infinito, cualquiera puede ser
joven.
Más
cuando aquel lugar deja de funcionar y el sitio central del corazón se cubre
con las nieves del Egoísmo y el Hielo del Pesimismo, entonces: Uno es Viejo,
aunque tenga veinte años.
En
aquel caso, Dios tenga piedad de aquella Alma. “A donde vayas habrá siempre
algo más fuerte... Hecho por algo más fuerte que la Vida misma... Bendito ese “Algo”
que puede dar Vida a la Vida... “y Luz al Espíritu para nunca perderlo”.
La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu.
ResponderEliminarCada etapa de la vida en el ser humano es una aventura y si la juventud es divino tesoro, la madurez debería ser riqueza de todos y la vejez sueños alcanzados.
así que a ser jóvenes en todo tiempo desde dentro de nuestro ser interno y sr¡eremos un divino tesoro con quien compartir