¡Oh,
tiempo, que te nos escapas! ¡Qué pronto te nos vas!
Esas
son algunas de las exclamaciones de poetas y pensadores acerca del tesoro más
incalculable que tiene el ser humano: El Tiempo.
Mucho
se ha hablado del tiempo, y a veces hasta tiempo perdemos
disertando sobre ello, sin aprovechar en la práctica cada segundo de este
excelso río que transita sin parar y que a su paso arrastra todos los vestigios
de una primavera, de unas ilusiones que no volverán.
El tiempo de
cada quien está ahí, sólo debemos saber encontrarlo, administrarlo con
propiedad. Ser verdaderos sabios al utilizarlo, darle prioridad a las cosas que
realmente lo merecen. Establecer una escala en la importancia de nuestras
actividades e ir detrás de ellas hasta alcanzarlas, porque ¿quién tiene
garantía de que podrá hacer algo mañana? ¿Quién sabe lo que mañana ocurrirá?
Nadie, nadie tiene ese mágico poder, por eso todo lo que podamos hacer hoy, no
lo debemos dejar para el otro día.
Cada
persona debe establecerse su propio tiempo. Tiempo para amar, tiempo para
trabajar, para recrearse, para crecer, tiempo para ser. Las horas que
se han ido, nunca se recuperarán, ya se cumplió su tiempo y por más que nos
esforcemos, ellas ya no están, pues cada tiempo, tiene su tiempo y si no lo
aprovechamos, indiscutiblemente lo perdemos.
Otros,
se olvidan del tiempo, y únicamente se percatan de ello, cuando es tarde ya,
entonces quieren correr detrás de los años que se han ido, que se han
desperdiciado como una semilla en un terreno hostil e infértil. Es en esos
momentos cuando nace la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue, de los
sueños que no se realizaron y los caminos que no se recorrieron. Y eso, es
realmente triste, sí, definitivamente muy lamentable, porque esta vida es una
sola oportunidad y un viaje unidireccional.
Entonces, ante la fugacidad de los años, de los días, de las horas ¿Cómo
podemos administrar nuestro tiempo en este mundo globalizado, complejo y tan
dinámico?
Simplemente
haciendo una auditoría de nuestras prioridades, metas y
objetivos. Sabiendo qué queremos, qué tenemos y hacia dónde vamos.
Estableciendo tareas inherentes a lograr las metas propuestas, dado que sin una
planificación, seremos como marineros perdidos en alta mar cuyo tiempo está a
la disposición de las turbulentas aguas.
En
consecuencia, aprovechar el tiempo es, saber exprimir cada instante, es
vivirlo. La mayoría de las veces estamos donde no queremos estar, hacemos lo
que no deseamos, y en situaciones como esas, sólo perdemos el tiempo.
Debemos
ser dueños de nuestro tesoro más preciado, el tiempo. Aprovecharlo al máximo,
significa que decidamos qué hacer, cómo, cuándo y con quién, pues sólo nosotros
tenemos la facultad de administrar nuestro tiempo y saber vivirlo con el MÁXIMO DE BENEFICIO.
Si
trabajamos, debemos hacerlo en aquellas actividades que sean placenteras, que
nuestro trabajo nos cauce emoción, pasión y un gran deseo de dedicarle nuestra
mayor disposición y así no lo estaremos perdiendo, sino más bien lo estaremos
disfrutando y aprendiendo cada minuto que pasa.
Es
probable que señalemos que la mayoría de las veces uno no hace lo que quiere
porque debe trabajar en otras actividades que nos reditúan mayor estabilidad
económica. Pensemos y mientras atravesamos lo que debemos hacer, anhelemos lo
que queremos hacer y nosotros cambiaremos nuestras circunstancias. En muchas
oportunidades, por complacer a los demás, echamos al viento y por la borda
nuestros momentos. Pasamos horas escuchando charlas o conversaciones tan
estériles e insulsas que no aportan gran cosa para nuestro crecimiento. Otras
veces regalamos tiempo, cuando nos abocamos y dedicamos a realizar actividades
de las que no estamos convencidos, sino que como ovejas de un rebaño, nos
dejamos llevar.
Todo el que quiera evitar la pérdida de su tiempo, debe dedicar un poquito de tiempo
a pensar lo qué hará cada día, porque no todo lo importante es urgente, y
aquellas cosas urgentes, necesariamente no son importantes (importante
principio), por lo que es necesario tener una clara visión de lo que debemos
hacer y por qué lo hacemos. Si establecemos esa escala de prioridades, y
ejecutamos las tareas propias para lograr el objetivo, estaremos usando bien
nuestro tiempo.
Cada día tiene su propio tiempo y no debemos cargarle al otro día
las tareas del anterior, ya que entonces se descompensa el equilibrio natural
de ese tiempo y surgen las complicaciones, los errores y los traumas laborales.
Una manera de gozar, de aprovechar nuestro tiempo, es estableciendo plazos. Eso
nos ayuda a ser concretos, a fijarnos límites y lograr tener un mejor control
siempre y cuando atendamos los parámetros de la libertad y flexibilidad que
como adultos podemos manejar.
Lo más importante de todo este examen del tiempo, es que tengamos tiempo para ser
personas realizadas, profesionales exitosos, pero sobre todo seres humanos
felices, de haber disfrutado de esta pasantía y regalo que es la vida. En
efecto, de qué le vale a un profesional ser brillante, si en otros aspectos es
un individuo fracasado. El verdadero éxito está en lograr ser una persona
plena, tanto en el ámbito profesional, personal, familiar como ciudadano, y en
estos casos, el tiempo juega un papel fundamental.
Ya no hay más tiempo para perder,
nosotros no podemos dejar pasar más el tiempo. No volverá la primavera de ayer,
porque lo que el tiempo se llevó, ya no retornará. Nosotros nunca más tendremos
20 años, si hoy nuestros hijos tienen una familia y cuando estaban en nuestro
regazo no los disfrutamos tampoco lo podremos hacer ahora como debimos hacerlo
en el pasado.
El tiempo no perdona, no espera, simplemente pasa y luego sin querer nos
castiga. Al tiempo le canto, al tiempo le
escribo, a ese tiempo que se va, que se escapa inexorablemente llevándose
consigo la niñez, la juventud, a los seres queridos que no disfrutamos.
El tiempo es efímero
(el tiempo es relativo al espacio), se lo lleva todo y lo que no pudimos hacer
en su momento, se convierte en frustraciones, y las frustraciones traen consigo
amarguras, desilusiones y llanto.
Si tiempo queremos tener, tiempo debemos darnos a
nosotros mismos. Aprovechemos cada instante y momento de nuestra vida, pues
cuando el tren parta no volverá a pasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario