Hoy
voy hablar de la humildad, algo que no todos tenemos, pero que es muy
necesitado por la humanidad.
Hay
personas que piensan que todo el mundo les debe algo, que todos debemos vivir a
su ritmo, jamás se dan cuenta o consideran que pudiera haber otra persona
con mayores apuros y carencias que ellas mismas. Sólo ven por lo que ellos
necesitan y quieren.
Muchas
veces, son personas muy afortunadas, aunque de ello no se percaten. No saben
valorar el esfuerzo que supone para los demás darles o regalarles algo, lo ven
como un deber. No sienten necesidad de agradecer nada, actúan como si todo
cuanto se les dé fuese el pago de una deuda que se tiene con ellos. Si algo
bueno llega al hogar, lo toman para sí mismos sin pensar en los demás, sin
pensar en lo mucho que otros en el hogar podrían disfrutarlo, necesitarlo o
merecerlo.
Recientemente
una persona así visitaba a un humilde amigo, de esas personas que trabajan de
sol a sol para salir adelante en un país extranjero.
Se
dirigió a él para contarle la maravillosa vida que tiene, lo bien que
vive, los placeres que puede permitirse, y el poco esfuerzo que le supone
tenerlo. Y yo me pregunto, ¿por qué hay personas que hacen eso? ¿Cómo
puede ir alguien a la casa de una persona de escasos recursos a decirles que
come lomito todos los días?
La
falta de humildad que a veces tenemos frente a nuestros semejantes es tan
triste que hasta me cuesta contar las anécdotas de este ser humano tan pobre de
espíritu. Debemos reflexionar antes de hablar sobre aquello que poseemos porque
hay muchas personas menos afortunadas que no tienen ni lo más básico para
vivir.
La
soberbia y falta de humildad pueden alejarnos de los demás, de la gente a la
que queremos… Pero el orgullo, no sólo aleja a los demás del quien es
soberbio, también les aleja de quienes comparten el hogar con él. Pues a fin de
evitar al soberbio, también acaban evitando a quienes están con él. Se
pueden perder amigos por estar junto a alguien que es tan soberbio que logra
proyectar esa fea imagen también sobre ti, por estar con él.
La
humildad es algo que se debe llevar en el corazón porque Dios fue el ser
más humilde y humillado, pero pese a ello, nos perdonó y sigue perdonando la
falta de humanidad que tenemos con nuestros semejantes.
La
vida de una persona soberbia es muy mala, pero especialmente estar y vivir
cerca de ellos no es bueno para la salud, acaba siendo emocionalmente
enfermizo. Si tienen a una persona así cerca de ustedes, es mejor alejarla
o ayudarla a que vea su error, pues no le hace bien a nadie. Seguramente
tanto lo uno como lo otro será muy difícil. Hacerle ver su error será casi
imposible, porque precisamente su falta de humildad le cegará. Y alejarse, será
igualmente complicado, pues cuando nos intentemos alejar, se nos pegará más,
como si aún le debiésemos mucho más, y no tendrá intenciones de perdernos, pues
es de nosotros de quien a diario recibe lo que tiene.
Una
persona agradecida es la que muchas veces lo ha perdido todo y aun así
sigue feliz de haber contado con el amor de las personas que le conocieron,
pues aun en su difícil situación, sigue tan humilde como cuando era una persona
con una situación envidiable.
La
verdad es que no se necesita mucho para ser una buena persona. Tener
fortuna o no en la vida, no hace diferencia: podemos no tener nada, y ser
agradecidos, siempre atentos a quienes nos rodean. Y también podemos tenerlo
todo y no dejar de ser buenas personas, sólo hace falta que sigamos siendo
personas sencillas, con valores, que lloran cuando alguien sufre, que nos duele
perder a alguien, que estamos atentos y agradecidos por los demás… y que no
permitimos que los éxitos se nos suban a la cabeza perdiendo la humildad.
Aprendamos a vivir con lo que tenemos, y seamos buenos con quienes tienen menos que nosotros.
Seamos humildes, y no nos permitamos alardear de lo que la vida nos ha dado.