Muchas veces por no
tomar riesgos dejamos pasar muchas cosas, entre ellas el amor, la familia,
e incluso la iglesia; y todo porque ese día no nos provoca, porque tenemos
flojera o pereza, o porque simplemente no tenemos tiempo…
Siempre existe una razón para dejar
pasar las maravillosas oportunidades que nos concede la vida:
Cuando conocemos a una persona
que nos gusta, pero no lo decimos, pensando y esperando que llegue un
momento mejor para hablar con aquel ser… pero un día cualquiera nos damos cuenta
que ya no está disponible, lo hemos visto con otra persona y nos enojamos porque no somos nosotros quien pasea de su brazo, porque esa persona se ve feliz y nosotros no.
Tuvimos la oportunidad y la perdimos, no todas las cosas giran en nuestro entorno, todo tiene su tiempo.
Cuando nos ofrecen un trabajo
pero no nos gusta, es muy poco para nosotros o está lejos de nuestra casa. No lo
pensamos y lo dejamos pasar, pero nos está costando encontrar un trabajo para nosotros y
nuestros hijos, o simplemente para que podamos vivir por nuestra cuenta,
independientemente. Recorremos días completos y nada, no encontramos trabajo;
volvemos a lo que ya habíamos visto, pero la plaza laboral que antes nos ofrecieron
ya ha sido ocupada. ¿Por qué no lo tomamos? Desde ese trabajo podíamos haber
ampliado nuestros horizontes y quizás con algo en las manos tendríamos una mejor
oportunidad para encontrar otras cosas, pero no, hemos dejado escapar la
oportunidad.
Cuando no nos sentimos bien
con algún familiar y nos duele mucho que no nos reconozcan en nada: Sentimos poco cariño y aprecio por parte de la familia, y en nuestro orgullo dañado no somos capaces de ir y mostrar amor a quien nos está tratando mal. No tenemos fuerzas para
pagar con bien el mal, ¿pero cómo vamos hacer eso? Sería denigrante. Y cuando
por fin decidimos ir a vera nuestra familia, ya no podemos, ha pasado tanto tiempo que
en vez de acercarse a nosotros se han alejado mucho más porque nunca estábamos presentes en los eventos importantes de la familia (fallecimientos, cumpleaños,
aniversarios, fiestas, etc.) Ya es tarde, nadie está dispuesto a dejarse
atropellar por nosotros, pues estamos tan alto que difícilmente vemos lo que está por
debajo de nosotros. Hemos vuelto a dejar pasar la oportunidad de estar con nuestra familia y
ser felices con ellos.
Cuando tenemos algo bueno ante nuestros ojos, y no lo apreciamos hasta que falta. Pasamos y vemos hermosas flores, el campo nos muestra una gran variedad de cosas hermosas que son una bendición
para los ojos, pero estamos tan sumidos en nuestros pensamientos, tan
deprimidos, tan amargados, que no nos damos cuenta de las maravillas que Dios nos muestra. La próxima vez que volvamos al campo las flores ya no estarán, los
coloridos campos verdes se vuelve de un solo color, monótono y apagado porque
llega otra estación; sólo veremos soledad y tristezas en el paisaje y recordaremos
las veces que pasamos por allí sin pararnos a respirar y disfrutar de tanta
belleza que Dios había puesto ante nuestros ojos, hemos vuelto a dejar pasar la
oportunidad.
Cuando tenemos hijos, pero poco tiempo
productivo con ellos. Nos dedicamos tanto tiempo a trabajar, a estar con las
amistades, a salir de fiestas y disfrutar la vida, que cuando llegamos a casa ya
todos duermen, y casi no los vemos. Cuando no damos cuenta están tan grandes que ya
no los podemos controlar. Nos hemos perdido unos buenos años de crecimiento en los
que el aprendizaje de los principios morales y de la buena conducta son muy
importantes, pero se nos escapó de las manos. Hoy nuestros hijos tienen vida propia y nos critican todo el tiempo por no haber estado allí con ellos. Hemos vuelto a dejar escapar
la oportunidad de ver a nuestros hijos moldeados y educados a nuestra manera.
No dejemos escapar los momentos
que Dios nos regala en la vida, tomemos nuestro tiempo para todo, pensemos lo que haremos
en la vida, no dejemos escapar las cosas de nuestras manos, ya que allí está nuestra vida. Las oportunidades muchas
veces se presentan una sola vez en la vida, y si no tenemos la sabiduría de verlo
lo habremos perdido todo.
Dios nos da muchas oportunidades,
pero eso no quiere decir que todo lo que deseemos estará siempre disponible. Así
es en la vida, se nos presentan oportunidades y las dejamos ir, y cuando
queremos remediarlo ya es demasiado tarde.